Mi papá me atrapo cogiendo con mi perro | Parte III
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Hola de nuevo, Soy Pily otra vez, con la tercera parte de mi historia y con lo que pasó después de mis primeras experiencias sexuales, que fueron con mis perros. Me casé con un hombre mucho mayor que yo, pero muy bueno. Quien después, descubrió por chismes, que me corrieron por que mi papá, me atrapo cogiendo con un perro. Me acepto con todo y eso, además de ayudarme a volver a hacerlo, pero ya sin sentir miedo o pena. Con él, pase la etapa mas feliz de mi vida, aunque no estaba realmente enamorada de él. Hasta que, la cague horrible, embarazándome de un chico mas joven que yo. Supongo que, tendrían que leer, las otras partes, para que puedan entender todo lo que voy a escribir aquí. De todas formas, no espero que les sea tan interesante a todos y a lo mejor, hasta me van a dejar muchas críticas y lo acepto. Nunca he negado que yo misma, eché a perder, la mejor relación que tuve en mi vida.
Pues, bueno, me quede en que, no sabia que hacer, si decirle a Güello que lo había engañado y que estaba embarazada. Tenia verdadero terror de cómo reaccionaría, aunque no era un hombre violento (solo un poco cuando tomaba) y nunca me había puesto una mano encima. Los días pasaban y cuando decía, “hoy si tengo que decirle”, simplemente, no podía hacerlo. No tenia animo de nada, ni de comer, ni de coger con Güello o mis perros, ni siquiera de vestirme. Lo que mas me rompía la madre, era cuando Güello llegaba y se preocupaba de verme acostada y sin haber hecho nada. Quiso varias veces llevarme al doctor, pero yo nunca quise, tanto por no tener ganas, como por miedo a que le dijera que estaba embarazada. Me comenzó a llevar chocolates, regalos, flores y como se cruzó el día de mi cumpleaños, me llevo serenata con los mariachis del pueblo. Cada día, era peor que el anterior y la panza se me comenzaba a ver, lo que me ponía mas nerviosa y preocupada.
Un día, eran como las 4 de la tarde y escuché que llegó la camioneta de Güello, pero era un par de horas antes de lo que normalmente llegaba. Acababa de levantarme de la cama a comerme un pedazo de pollo que había del día anterior. Cuando Güello entró, no le presté mucha atención, pero fue directamente hasta la mesa de la cocina, donde estaba sentada. De un manotazo aventó mi plato al piso y supe que ya sabía. Algo horrible me recorrió todo el cuerpo, era incluso peor, que cuando me había atrapado mi papá, cogiendo con el Coco. Me solté a llorar sin poder controlarme, mientras Güello, me preguntaba a los gritos, si era verdad que había estado cogiendo con Alejandro. No podía responder porque no podía dejar de llorar, pero quería hacerlo y pedirle perdón. Creo que estaba realmente paralizada por el miedo, porque quería tirarme al piso a pedirle perdón de rodillas, pero no podía ni moverme. Güello me gritaba que respondiera y comenzó a decirme, si era por eso, que había estado toda deprimida. Que, de seguro, estaba así, porque el idiota de Alejandro se había ido a trabajar a otro pueblo. Yo ni siquiera sabía eso, porque, aunque tenía su teléfono, no le había marcado, ni escrito, desde que no quiso ayudarme.
En verdad, quería responderle, pero no me salían las palabras, porque entre más me gritaba Güello, yo más lloraba. Comenzó a preguntarme en donde cogía con Alejandro, diciendo que si lo hacía en nuestra cama. Fue cuando lo vi llorar y me sentí aun peor y solo movía mi cabeza diciéndole que no. Luego dijo que, de seguro, había involucrado a nuestros perros en mi putería y que, si también Alejandro me había metido la verga, junto con los perros. Cuando por fin pude reaccionar, fue cuando dijo que los iba a matar, por no haber matado a Alejandro cuando entraba a nuestra casa. Iba a salirse de la cocina, cuando yo por fin me aventé al piso para abrazarlo de las piernas. Le dije que no les hiciera nada, que nunca había hecho nada en nuestra casa y menos, había metido a mis perros en eso. Le dije que sabía que la había cagado, pero que solo habían sido 3 o 4 veces en el monte, aunque fueron muchas más, pero que, nunca en la casa. Güello dijo que no podía creerme, porque si fui capaz de engañarlo, podía decir cualquier cosa.
Luego, dijo que no los iba a matar, pero todo entre nosotros se había ido a la chingada y que recogiera mis cosas para irme de su casa. Que si estaba tan triste porque se fue Alejandro del pueblo, que agarrara mis cosas y me largara con él. Fue cuando le dije que no estaba triste por ese idiota, que no sentía nada por Alejandro. Le dije que yo solo lo amaba a él, pero que, Alejandro me había convencido por su forma de hablarme. Pero también le dije, que yo sabia que toda la culpa era mía, porque no supe ponerle un límite. Solo que, Güello no se quitaba de la cabeza, que estaba triste por Alejandro. Y cuando me dijo que no me creía que no sintiera nada por él, porque, nadie que no siente nada por alguien se deprime tanto. Le dije sin mas rodeos, que estaba así, porque estaba embarazada y me dolía mucho, saber que lo iba a lastimar a él, por lo que había hecho. Le volví a decir que, nunca me importó que hiciera ese idiota y que, por mí, se podría morir quemado.
La cara de Güello cambio completamente y se quedo callado, como pensando en lo que le estaba diciendo o en lo que iba a hacer conmigo. Podía ver que estaba aun mas enojado y sus lagrimas no paraban de escurrir. Luego dijo que yo había mandado todo a la verga y que no podía criar a un hijo que no era de él. Me dijo tranquilamente que recogiera todas mis cosas y que, si quería llevarme algo más, que lo hiciera. Le supliqué que me perdonara, que lo amaba y que nunca pensé que iba a terminar embarazada del idiota ese. También le preguntaba a donde iba a irme, si el, sabía que no tenia a nadie, que no podía regresarme con mi familia, que por favor me perdonara. Luego, con voz muy tranquila, me dijo, “¿sabes a donde te vas a ir tú y tu chamaco? ¿No sabes? Los dos se van a ir derechito a chingar a su puta madre. ¡ya no es mi pedo! Dile a tu puto Alejandro que van a tener un hijo y que se haga cargo. No te alcanzaba mi verga y la de tus perros, ¿No? Pues ahora, vete con ese buey para que te siga dando verga”.
Ya no me quiso escuchar, solo se fue hacia su camioneta y me dijo que regresaba en 2 horas, para llevarme a mi y mis cosas. Que pensara muy bien lo que me iba a llevar, porque nunca iba a volver a entrar a su casa. Se fue y yo no recogí nada, solo me abracé al Bronco y a el Zuko, llorando sin parar. Cuando regresó, vio que no había recogido nada y el mismo subió a hacerme una maleta, la subió a la camioneta y me subió casi arrastrando. Arrancó y comenzó a manejar fuera del pueblo y ya en el camino, le pregunté a donde me llevaba. Dijo que, a la casa de mi familia, que era mi problema si me recibían, o si yo de ahí me iba a otra parte. Luego dijo que, en la maleta, había metido $50,000 y que los cuidara, porque no iba a darme ni un solo peso más. Ya no hablaba enojado y por momentos, se le escurrían las lágrimas. Tampoco me preguntó más sobre Alejandro y cuando quise explicarle, no me dejo hablar.
Como una hora después, llegamos al pueblo y me pidió que le dijera por donde llegar a la casa de mi familia. Al llegar, se bajo y fue directamente hacia la casa, de donde iba saliendo mi hermana, que ya era una señorita. No se que le dijo, yo no me quería bajar, pero poco después, salió uno de mis hermanos y platicó con Güello. Mi hermano se dio cuenta que yo estaba en la camioneta y movía su cabeza diciendo que no a algo. Supuse que no quería que me dejara ahí con ellos y poco después, Güello camino hacia la camioneta para bajar la maleta y decirme que me bajara. Quise hablar de nuevo con él, pero no quiso, solo me jalo muy fuerte y me bajo de su camioneta. Ni siquiera me dijo adiós, solo se subió y se fue. Yo me quede llorando, mirando como se iba y no quería ni voltear a ver hacia la casa de mi familia. Un poco después, sentí que me abrazaban y era mi mamá, que me pidió que entrara. Ya en la casa, no me hablaban muy bien mis hermanos. Pero le conté todo a mi mamá, desde que me escapé con Güello, hasta que estaba embarazada de Alejandro (obvio, omitiendo el sexo con mis perros).
Durante días, mis hermanos me hablaban solo lo indispensable y mi mamá, me decía que, si me quería, Güello iba a regresar por mí. Luego, ella me llevo a la clínica para que revisaran como estaba el bebé y me dijeron que tenía 5 meses. Me deprimí aún más, cuando supe el tiempo del bebé y no quería hacer nada. Solo que tenia que ayudar en la casa y no podía solo quedarme acostada, como hubiera querido. Como dos semanas después, me armé de valor y fui a buscar a Güello y me quedé afuera de la casa. Podía escuchar a Bronco y a Zuko ladrando, pero yo estaba afuera de la reja y ellos, dentro de la casa. Había llegado como a las 5 de la tarde y a las 6, se supone que Güello debería llegar, pero nunca llegó. Como 3 horas después, una vecina se acercó y me llevo una cobija y me dijo que, a lo mejor, Güello no regresaba. Me platico que andaba tomando desde que me había ido y que casi no iba a la casa. También que no había abierto el negocio por unos días. Me aconsejó que me fuera, pero no quise hacerlo y antes de irse, me dijo que, si quería, podía ir a su casa a tomar un café. No hice nada, mas que sentarme afuera de la reja y hasta me quedé dormida.
Como a las 3 de la mañana, llego la camioneta de Güello y cuando se bajo para abrir la reja, vi que estaba muy tomado, ni siquiera podía caminar bien. No me hablo para nada, me levanté y le dije que por favor me perdonara. Le dije que, desde que supe, quería quitarme al puto mocoso que llevaba en la panza, pero que no sabía dónde. Le dije que, si él quería, que me pegara en la panza hasta que se me saliera, pero que no me dejara. Él, solo se rio como burlándose, no dijo nada, metió su camioneta y cuando iba a cerrar el portón, me metí. Lo quise besar, pero me empujó y me dijo que me largara, porque no quería volver a verme. Luego, dijo que, si hubiera querido no estar embarazada, que solamente, debí no coger con Alejandro y listo. Me quedé afuera todo lo que quedaba de noche y a las 6 de la mañana, me fui a la terminal a esperar el primer camión al pueblo. Cuando le platiqué a mi mamá, me dijo que esperaba que se arreglara todo, porque mis hermanos, no querían que estuviera mucho tiempo en su casa y eso me puso mas triste.
Realmente pensé que ya todo había valido madres en mi vida, no sabia que iba a hacer con un chamaco y sin tener donde vivir o que hacer. Le pregunté a mi mamá, que si le podía regalar al chamaco cuando naciera o si sabía a quién se lo podía dar, porque yo no lo quería. Ella dijo que no podía hacerse cargo de él y que no sabía, si alguien lo querría, pero que esperara a que naciera primero. La panza ya se me comenzaba a ver bastante y realmente la odiaba, quería arrancármela con el machete, aunque me muriera. Entonces una tarde, como 3 semanas después de que fui a ver a Güello, llego a la casa. Me dio pena que me viera con una bata que me había dado mi mamá y con la que parecía más embarazada de lo que estaba. Pero no me dio tiempo de cambiarme y Güello me miro de arriba abajo. Luego de presentarse con mi mamá, porque no se conocían, me dijo que me subiera a su camioneta para hablar. No me dejo ni irme a cambiar, se arrancó en cuanto me subí y buscamos un lugar tranquilo mas adelante.
Luego de que hablamos de mi embarazo y de que me pregunto para cuando nacía el bebé, me dijo sin rodeos. “Aunque quiero odiarte con toda mi alma, no puedo y te extraño de a madres. Me cagaste la vida por andar de puta con ese hijo de la chingada. Ahora soy el puto cornudo del pueblo y todos saben que estas preñada del otro cabrón”. Yo comence a llorar y le dije que yo lo amaba y que estaba muy arrepentida. Le estaba diciendo que, si no quería patearme hasta que abortara, que lo podíamos regalar. Pero me dijo que me callara o que mejor me regresara a la casa de mi familia. “¿Sabes lo que es, que todos sepan que mi vieja, esta esperando un hijo de otro? ¿te puedes imaginar como me siento de idiota?… Y, aun así, estoy pensando en que regreses a la casa, porque te extraño de a madres. También tus perros te extrañan un chingo y no han querido comer bien. No mames Pily, primero los acostumbras desde cachorros a darte verga de día y de noche y luego, simplemente nos das en la madre a todos. Son mamadas”.
Aunque estaba llorando, no pude evitar soltar una sonrisa, al saber que mis perros me extrañaban, pero Güello, estaba completamente serio. Yo sabía que, para él, no era una broma y lo que me decía, me daba esperanzas de arreglar todo. Trate de hablar, pero Güello, no me dejo y siguió hablando. “No sé, si pueda perdonarte realmente o si llegue a querer a tu hijo, pero no quiero que mis perros se mueran de tristeza y yo de borracho. Pero si regresas, muchas cosas van a cambiar, sobre todo, porque no puedo confiar en ti. Además, no se y no quiero saber que hiciste o no hiciste con el pendejo de Alejandro. Pero no tienes ningún derecho a negarme nada de lo que quiera. Si yo digo que ladres, ladras, si digo que te comas mi mierda, te la comes, si digo que te voy a meter una garrocha completa por el culo, tu te dejas sin quejarte. Si no es así, mejor ni te vayas conmigo y si te quejas una sola vez, en ese momento, te me vas a la chingada con todo e hijo y no nos volvemos a ver. Piénsalo bien, porque ya no soy el pendejo gordo simpático con el que te casaste y estoy hablando muy en serio.”.
En realidad, yo estaba dispuesta a lo que fuera porque me perdonara y regresar a mi casa y sabia que, Güello no era malo. Nunca tuvo malos sentimientos y no me haría nada que me lastimara. Le dije que sí, que no tenía nada que pensar, que me quería ir en ese momento con él y que no se iba a arrepentir. Incluso le dije que, si él quería, que estaba dispuesta a quedarme con mi familia hasta que naciera el bebé y regalarlo, para que no tuviera que dar explicaciones a nadie sobre mi hijo. Yo lo decía muy en serio, al igual que, cuando le dije que me pateara hasta que abortara. Odiaba al hijo que llevaba en la panza, pero Güello, dijo que no, que el mocoso no tenia la culpa de mis pendejadas y que cuando naciera, ya veríamos que hacer. Regresamos a que recogiera mis cosas de la casa de mi familia, y le pregunte a Güello si podía dejarle algo del dinero que me dio a mi mamá, y me dijo que era mi dinero e hiciera lo que quisiera con él. Le deje $10,000 a mi mamá, me despedí muy contenta de todos, aunque la única que sintió feo de que me fuera, fue mi mamá. Me dijo que ya no hiciera pendejadas, porque Güello se veía buen hombre, y le dije que me portaría muy bien.
En el camino, las cosas parecían mucho mas relajadas entre Güello y yo, pero creo que los dos, tratamos de no hablar nada sobre lo que había pasado y mi embarazo. Al llegar, corrí a abrazar y besar a mis perros. Los había extrañado horrores y quería que ellos se dieran cuenta. Todo estaba igual, solo que, con mucho desorden, porque Güello no había dejado que la señora o su hija, hicieran la limpieza. Cenamos un poco callados, pero yo sabia que las cosas, poco a poco, tenían que ir mejor. Cuando abrazaba a mi gordo, no me respondía tan cariñoso como antes, pero igual, sabía que iba a mejorar. En la noche, quería coger solo con Güello, para demostrarle que lo seguía queriendo y que podía ser la misma de siempre. Pero me dijo que él, podía esperar y que mejor, cogiera con los perros, porque me extrañaron mucho y ellos, no entendían, porque los dejé. En serio, parecían mas cariñosos que antes, me lamian la cara, el cuerpo y parecía que les importaba más, que supiera que me querían, que cogerme. Yo les pedí perdón muchas veces por dejarlos, mientras ya estaba desnuda besándolos.
Güello, estaba sentado en la cama, solo con su short con el que siempre duerme y con una cerveza, solo mirándonos. Lo invite a unirse a nosotros, pero no quiso y sentí algo de tristeza, porque antes, se hubiera unido. Los besos con mis perros, me fueron calentando, hasta que me acomode en el sillón. Desde hacía años, lo compramos, para tenerlo en el cuarto, porque era más fácil para mis perros que me cogieran ahí. Primero me chuparon un poco la vagina y luego el Bronco se montó sobre mí. Le tuve que decir que despacio y acomodarlo, porque me lastimaba la panza. Hubiera querido chupársela al Zuko, mientras el Bronco me cogía, pero no se subió al sillón, como a veces lo hacía. Simplemente, quería consentirlos a los dos por igual, pero el Zuko, tuvo que esperar su turno. Un rato después, se quito el Bronco y Zuko no perdió el tiempo para montarse. ¡Demonios! Como había extrañado a esos cabrones, el Zuko, todo ansioso como era, no espero a que lo acomodara, cuando ya me estaba metiendo su verga. Me lastimaba un poco la panza con sus patas delanteras. Pero la verdad, pensé que, el Zuko tenía más derecho a mi cuerpo, que el mocoso que tenia en la panza y lo dejé que siguiera cogiéndome, aunque me lastimaba.
Cuando terminé de coger con mis perros, quise coger con Güello, pero no quiso, dijo que necesitaba un poco de tiempo, para acostumbrarse. Nuevamente, sentí tristeza, pero lo entendía y no quería que pensara que lo presionaba o que estaba siendo hipócrita al exagerar mis ganas de estar con él. Pasaron unos 4 o 5 días, hasta que volví a coger con Güello, fue solo él y yo, después de coger con mis perros. Comenzó bien, los dos muy calientes y no pude evitar decirle, cuanto había extrañado estar con él. Entonces, sin ninguna razón, la verga se le puso aguada y me dijo que me quitara. Realmente sentí horrible, pues yo sabia que era, porque no podía olvidar lo que hice con Alejandro. No dije nada, solo me acosté abrazándolo de su panza, pero no pude evitar, llorar sin que el se diera cuenta. Aunque no esperaba que todo estuviera bien de inmediato, tampoco esperaba que, ni siquiera se calentara lo suficiente conmigo. Pero unos días después, se emborrachó y las cosas cambiaron mucho.
El día que se emborrachó, llego a la casa como a las 11 de la noche, pero no llego solo, pues se bajo de la camioneta con su amigo Jacinto. En los 8 años de casados y los 10 viviendo juntos, nunca había llegado con alguien cuando estaba borracho y me dio miedo. Ese tipo Jacinto, también tenia un negocio en el mismo mercado que Güello. Debía tener como 60 años, era un viejo feo, mas gordo que Güello, chaparro y siempre miraba como pervertido. Me caía muy mal, desde que vivía con mi tía y tenia que ir a comprar pescado a su negocio. Cuando entraron, Güello me grito para que bajara y me dijo que me tomara una copa con ellos. Le dije que no podía por el bebé, aunque me valía madres el chamaco, era solo mi pretexto para no estar con ellos. Güello me echo una mirada de enojo y tuve que decir que solo una. Yo había bajado en mi bata blanca que era muy delgada y sin nada por debajo. En el pueblo casi todo el año hace calor y es normal dormir con la ropa mas ligera posible. Podía ver como se le salían los ojos al viejo del Jacinto, mirándome las tetas, que además de mi tamaño normal, estaban comenzando a crecer.
Mientras tomaba la primera copa con ellos, Güello le dijo a Jacinto, mientras hacía un gesto para que me mirara la panza, “¿Cómo ves al hijo del jodido ese del Alejandro? Aquí me lo dejo para que lo crie.”. A pesar de lo borracho, me pareció que, a Jacinto, el comentario le sonó grosero o inapropiado y le respondió que, un padre es el que cría, no el que engendra. Güello de inmediato, le dijo a Jacinto, “Pues sí, pero para engendrar, le tuvo que meter la verga a mi vieja, ¿o no?”. Ya me imaginaba, que iba a ser una noche larga y llena de reproches, pero no podía hacer nada, mas que aguantarme. Luego de algunos otros comentarios de Güello, relacionados a que me había metido con un muerto de hambre, le pregunto a Jacinto, que le parecía yo. Refiriéndose a que, si le gustaba, y supe por donde iba el asunto de llevarlo. El viejo me miro de arriba a abajo y dijo que, desde mocosa, me miraba bien caliente y siempre se le había antojado cogerme.
Yo me sentía apenada, sin poder hacer algo, pero apenas estaba comenzando una de mis peores noches en mi vida. Güello, sin mirarme, me dijo, “a ver amor, platícanos, ¿Por qué nunca quisiste que yo te viera coger con otro pendejo, y con el Alejandro bien que te dejaste coger? Y ¿Por qué encima, fuiste tan pendeja de que te dejara embarazada? Porque dinero, seguro que no te dio y ni te hacia falta. ¿Qué? ¿La tiene mas grande que yo o que nuestros perros?”. Sentí que algo frio me bajaba por todo el cuerpo. No sabia si se le había salido mencionar a los perros por borracho o porque ya le había contado algo a Jacinto. Cuando respondí que no sabía, Güello se levantó mirándome de nuevo con coraje. Me dijo que esa no era una respuesta casi gritándome, y dijo que esperaba que le respondiera. Tuve que responder que, me había equivocado, que solo me dejé convencer, pero que realmente, me parecía un idiota. Pero yo sentía que se me hacia un nudo en la garganta y no quería llorar frente a ellos.
Mi respuesta no le gusto a Güello, dijo que no era lo que había preguntado y me exigió que respondiera. Le dije que, si podíamos hablarlo a solas y que entonces, le diría todo lo que quisiera saber. En lugar de responder a lo que le pedía, me volvió a exigir que respondiera las preguntas y me las repitió. Le expliqué llorando, que, nunca quise coger con nadie frente a él, por pena y porque no había estado con más hombres que con mi ex novio y él. Le dije que Alejandro tenia la verga mas chica, y que ni siquiera había sentido nada. Que sí, me embarace por idiota, porque pensé que, si se venía afuera, no pasaría nada. Luego le dije que, por favor, ya me perdonara, porque estaba muy arrepentida. Entonces, Güello, me recordó que, yo le prometí hacer todo lo que el quisiera, y que quería verme coger con Jacinto. Cuando mire por unos segundos al viejo sentado en nuestra sala, de verdad, parecía un puerco saboreando algo muy rico. Pero no reclamé, porque yo lo había prometido, y si eso quería, lo iba a hacer. Solo le pregunté a Güello, si estaba seguro y dijo que sí.
Bueno, pues ni modo, tuve que obedecer a Güello y me desnudé ahí en la sala, mientras Jacinto decía que me veía muy rica aun embarazada. Me comenzó a manosear, apretando y chupando mis tetas y metiendo sus dedotes en mi vagina. Quería besarme, pero yo no quería sentir su boca en la mía y cuando gire la cabeza para evitarlo, me dijo. “Ya mamita, no seas mamona, si bien que andas chupándole todo a tus perros, ¿o no?”. Confirmé que lo sabía y, seguramente, Güello se lo había dicho. Me dolió, porque se supone que, era algo nuestro, algo que nunca íbamos a compartir con nadie. Busqué mirar a Güello, como para reclamarle con la mirada y lo vi, sentado, con la mirada perdida y se veía mas triste que emocionado. Jacinto me pidió que le chupara la verga un poco para ponérsela dura, pero por más que lo hacía, al viejo no se le paraba. Creo que, hasta él se rindió y dijo que estaba demasiado borracho, pero que me subiera en su verga y que seguro se le pararía.
Yo le dije a Güello que no teníamos condones y sin levantar la vista del piso, me respondió, “¿Para que los necesitas? Ya estas panzona, ¿no? Además, con el pendejo de Alejandro no los usaste, ¿o sí?”. No dije nada mas y me monté sobre el viejo, que por mas que jugaba con su verga en mi vagina, nunca pudo metérmela. Cuando también se rindió de intentar que me entrara o mas bien, que se le pusiera dura, me acostó en el sillón, para chupar mi vagina. Fue ahí, que le dijo a Güello, que tenia ganas de verme coger con mis perros y que si podía llevarlos. Por un segundo, Güello cruzo la mirada conmigo y le moví la cabeza diciéndole que no. Güello se levanto y subió a la recamara para abrirles y que bajaran. En cuanto llegaron, el Bronco se acerco primero tratando de meter su cabeza entre mis piernas, donde aún estaba Jacinto. El viejo dijo, “¡ah! Pero bien que saben a lo que vienen, ¿verdad?”. Se hizo a un lado y dejo que el Bronco, comenzara a lamerme y unos segundos después, el Zuko hizo lo mismo”.
Para nada estaba caliente, no podía disfrutar de las lenguas de mis perros, me sentía avergonzada y molesta, por la situación. Solo quería que la noche terminara y que se fuera el anciano pervertido ese. Tratando de apresurar todo, no deje que pasara mucho y me acomode como siempre, para que, de una vez, me cogiera alguno de ellos. Fue el Zuko el que se me subió primero y lo ayude para que su verga me entrara. El viejo estaba como adolescente mirando su primera película porno y diciendo pendejadas. Güello estaba extremadamente serio, solo sentado con otra copa mas en la mano, pero sin mirar hacia mí. En medio de todo, me comenzó a preocupar que esa noche solo fuera su venganza y después, me volviera a correr. Pero no podía hacer nada, más que seguir con eso y solo deje que me cogieran mis perros, mientras el viejo se acercaba por todos lados para ver. Creo que, de toda esa noche, lo que mas me dolió, fue que, Güello permitió que Jacinto me dijera cosas sucias e insultos. Que, aunque a lo mejor, con Güello los usábamos para calentarnos, oírlos de ese viejo, me parecían humillantes.
No fue tanto tiempo el que cogí con mis perros, a lo mejor unos 40 minutos, pero después el viejo me hizo chuparles la verga mis perros y a él, pero ni así, se le llego a poner dura. Luego de que mis perros estaban tranquilos, Jacinto quiso según el cogerme de perrito, pero tampoco pudo. Intento varias veces y se la paso diciendo pendejadas como que iba a batir su leche con la de los perros. Que tenía mucho que quería cogerse una puta que cogiera animales y otras idioteces, según el, para calentarse, pero tampoco pudo. Ya como a las 2 o 3 de la mañana, Güello dijo que iba a llevar a Jacinto y aunque le dije que no manejara y que mejor le prestara la camioneta, no quiso. Se salieron los dos de la casa y me quede sola, muy triste, por lo que había pasado. No regreso hasta como las 10 de la mañana, pero solo se metió a bañar y se cambio para irse al negocio, así que no quiso hablar conmigo. Pero como a las 12 del día, me aliste y le lleve al negocio un chilatole que pase a comprar, como pretexto para poder hablar con él.
La verdad es que solo quería saber que estaba bien, no le reclame nada en ese momento y lo vi mas apenado, que enojado. Cuando termino de comer su chilatole, le pregunte como estaba respecto a lo de la noche. Para mi sorpresa, me pidió perdón y que lo había hecho, porque estaba enojado y ya borracho, no pensó bien las cosas. Yo lo abracé y le dije que no pasaba nada, que yo tenia que cumplir mi promesa, pero que, de todas formas, el viejo no había podido cogerme. Y que, aunque lo hubiera hecho, la tenía tan chiquita, que hubiera sido como si no hubiera hecho nada. Eso nos hizo sonreír un poco a los dos y Güello dijo en tono de burla, “y tu que querías ponerle un condón… se le hubiera caído de todas formas”. Nos reímos un poco mas relajados, pero después, le reclame, del porque le tuvo que contar lo de los perros. Güello me confesó, que se lo había dicho a el y a otro tipo del mercado, en medio de una borrachera, cuando apenas me había ido. Aceptó, que fue porque estaba muy enojado conmigo y que, sentía ganas de humillarme de alguna manera, aunque no estuviera ahí.
Tuvimos una temporada como de reconciliación, donde volvimos a coger Güello y yo, además de que, volvieron a estar los 3 juntos conmigo. El resto de mi embarazo fue mas o menos en paz, con un poco mas de sexo, que antes del problema de mi embarazo. Pude tener sexo tanto con Güello, como con mis perros, hasta un par de semanas antes del parto, porque ya me dolía mucho. Güello se emborracho un par de veces más, pero no hubo invitados y no me pidió, hacer nada fuera de lo normal. Pero cuando nació el bebé, que fue niño, comenzaron nuevos problemas. Lo primero fue que yo no quería ni cargarlo y fue Güello, el que le hacía prácticamente todo. No tenía nombre, ni habíamos pensado en uno, pues yo todavía quería regalarlo. Se que muchos me van a juzgar, diciendo que fue mi responsabilidad engañar a Güello y embarazarme, yo sé que es así. Pero, aunque fui una idiota, buscando sentir, lo que era estar con un hombre joven y guapo, siento que estuve sola cargando mis problemas. Se que no es así, pero sentía que ese hijo, era como si fuera el producto de la pendejada mas grande de mi vida.
La verdad es que Güello, fue el que me convenció de quedarnos con el y de que lo viera, como si fuera de nosotros dos y no de Alejandro. Le pusimos Mauricio, como se llamaba el papá de Güello y lo registramos, con el apellido de Güello. Poco a poco, parecía que todo iba mejor, ya con el niño con un par de meses. Pero cuando iba al mercado, evitaba pasar por el negocio de Jacinto. Una tarde, iba para el negocio y en uno de los pasillos, unos chicos que trabajan en alguno de los negocios, comenzaron a hacer como si ladraran. No les hice caso, pero sentí que lo hacían por mí. Cuando salí de ahí, como una hora mas tarde, me siguieron y sin importarles que llevaba a mi hijo cargando, se me acercaron a hablarme. Uno de ellos, me dijo, “Oye, no te ofendas, pero si quieres, yo tengo un par de perros que tienen la verga bien grande. Si quieres vamos para que los veas y te prometemos que no le decimos a nadie.”. Yo seguí caminando y solo les dije que eran unos pendejos, y cuando me alejaba, comenzaron a jadear y ladrar como perros. Al final, alguno dijo, “de milagro no pariste un perrito”.
Cuando llego Güello a la casa, le platiqué lo que había pasado y quería saber, quienes habían sido, pero no le quise decir. Pensé que iba a querer ir a reclamarles o armar un pancho y no quería que tuviera problemas. Le explique, que, no se preocupara, pero que quería que supiera que, de seguro, sus amigos, especialmente Jacinto, debía haber estado abriendo el hocico. Pero las cosas no mejoraron. Cada vez que iba al negocio, no solo los mismos pendejos, comenzaban a decir cosas o ladrar. Realmente me daba mucha pena y coraje, pero me lo aguantaba. Un tiempo después, otro tipo me siguió el solo. Cuando me alcanzo, me dijo que tenía tiempo que quería hablar conmigo. Me parecía un chico mas o menos de mi edad y bien parecido, además de que me hablo muy educado. Me detuve y le pregunté que quería, entonces me dijo, “Es que la verdad, me gustas mucho. Se que eres la esposa de Güello, pero yo soy discreto y si tu quieres, podemos ir a algún lugar tranquilo para platicar, y conocernos mejor.“. Me dio coraje que se atreviera a proponerme algo así, aun llevando a mi hijo en brazos. Pero como fue educado, traté de serlo con el y le dije que, no estaba interesada en tener ningún tipo de “amigos”, pero que gracias.
Seguí caminando y el chico me volvió a alcanzar, me jalo del brazo y realmente, sentí que casi me tiraba a mi hijo. Me voltee molesta y le pregunte que le pasaba. Entonces me dijo, “No seas así. Mira, en serio soy muy discreto y estoy mucho mejor que tu esposo y que Alejandro. ¿El bebé es de Alejandro?, ¿no? Además, aquí entre nosotros, puedo conseguir perros u otro animal que quieras, hasta un caballo si tú quieres, y nadie tiene porque saber nada. ¿Qué dices?”. Solo le respondí que era un pendejo si creí en chismes idiotas y me fui caminando lo más rápido que pude. Para esas fechas, Güello me había comprado un coche para que me moviera con el niño y apenas me subí, me solté a llorar. Me di cuenta que las cosas no iban a cambiar y que, de seguro, la mitad del pueblo, sabían todo sobre mi. Desde que había cogido con Alejandro, que mi hijo no era de Güello y que me gustaba coger con mis perros. ¿Cómo podría detener eso? Y, sobre todo, ¿Cómo lo iba a aguantar Güello, si se comenzaba a dar cuenta de que todos sabían? De por sí, ya lidiaba con que todos supieran lo de Alejandro y que el niño no era de él.
Pasaron unos meses, donde hubo mas pendejos tratando de convencerme de salir con ellos y la mayoría, en algún momento, terminaban diciendo lo de los perros. Güello, comenzaba a cambiar conmigo y lo comencé a sentir distante. A veces con el pretexto del niño, al que cuidaba como si fuera suyo, incluso sentía que lo quería más de lo que yo lo quería. Pero todo reventó, cuando Güello, me platicó que sus hijos, le habían dicho que la gente decía que yo cogía con nuestros perros. También le dijeron que, escucharon, que yo seguía viendo a Alejandro, aunque ni siquiera, lo había vuelto a ver o saber dónde estaba. Y que, yo andaba con quien sabe cuántos más tipos, algunos, que ni conocía. Aunque, Güello sabía que no era cierto que, lo seguía engañando, porque nos hablábamos cada una o dos horas por teléfono, todos los días desde que regresamos. Siempre le decía si salía y nunca era por mucho tiempo. Parecía que le estaba pudiendo toda la bola de chismes que le llegaban. Supongo que, era como si estuviera casado con la mas puta de todo el pueblo, aunque no lo fuera.
Otra cosa que siento que, le termino de dar en la madre a mi gordo, fue que el Bronco se enfermó, el veterinario, no pudo hacer nada y un par de semanas después, se nos murió. Aunque ya estaba viejo, a los dos nos dolió mucho, pero en medio de todos los chismes, creo que le afecto mucho mas a Güello. Le pedí que comprara otro perro, de preferencia otro pastor. Pero esta vez, no lo hice pensando en el sexo, sino, mas bien, para que se nos pasara un poco la tristeza a todos, porque hasta el Zuko lo extrañaba. Sabía por la experiencia, que, de cachorros hacen muchas travesuras y payasadas. Incluso entrenarlos para estar conmigo, siempre resultaba divertido y pensé que nos ayudaría. También me comenzaba a preocupar, que se enfermara Zuko, porque, aunque era mas activo y se veía mas sano que el Bronco, no se llevaban mucho tiempo. Así, llego el Chivo, un cachorrito de 2 meses, que nos dio nuevas alegrías, pero Güello, siempre parecía triste y eso me preocupaba.
Comenzó a tomar de nuevo y cuando lo hacía, aunque ya no volvió a llevar a nadie, se portaba diferente conmigo. Estando borracho, me hacía hacer las cosas que hacíamos antes de que me embarazara, pero con cierto coraje, como si quisiera lastimarme o humillarme. Ahora, ya no solo me metía tierra o lodo en la vagina, ahora eran piedras o palos que me lastimaban. Sobre todo, cuando hacia que el Zuko, me hiciera sexo anal al mismo tiempo que tenia eso en la vagina. Yo le decía que me dolía y el, solo preguntaba si se me había olvidado lo que prometí. Como mencione antes, lo mas sucio que me llegaba a pedir estando borracho, eran cosas que no voy a describir, con la pipi o popo, de él, mía o de los perros. Pero hasta eso, comenzó a hacerlo más sucio y humillante para mí. Aunque yo misma me consolaba, diciéndome que, solo era cuando estaba borracho, el problema era, que estaba tomando cada vez más seguido. Mientras estuviera en su juicio, era el mismo gordito simpático y cariñoso de siempre. Y aunque, no siempre me pedía lo mismo, cada vez, era mas violento y siempre, sentía que era como una especie de castigo, por lo que había hecho.
En contraste, Güello, cada vez se veía mas apegado y cariñoso con Mauricio y hasta le hizo un fiestón el día de su tercer cumple años, más grande que los 2 primeros. Incluso se molestaba conmigo, si descuidaba, aunque fuera un poco al niño. Yo no había dejado de atender a mis perros, porque ellos, no tenían la culpa de nada. Para mí, las mañanas siempre habían sido para estar con mis perros, jugar, consentirlos, coger con ellos y no pensaba cambiar eso. Pero las tardes, antes, muchas veces eran para una segunda ronda con mis perros o la primera del día, si esa mañana, le había tocado a la señora ir a limpiar. Solo que ahora, en las tardes, Mauricio me quitaba tiempo y aprovechaba solo cuando se dormía o estaba tranquilo jugando afuera en el patio, para estar con mis perros. Trataba de no desesperarme con él, si estaba inquieto o lloraba mucho, pero a veces, en verdad me desesperaba.
Entonces, hubo una noche que Güello, no había llegado a dormir, pero no me preocupe, porque muchas veces, terminaba durmiendo en la camioneta, incluso a metros de llegar a la casa. Pero, como a las 11 de la mañana, pase a comprar posole para llevarle al mercado y ver que estuviera bien. Al llegar, el negocio seguía cerrado y los vecinos de los locales de a lado, no sabían donde andaba. Como siempre, aguante las cosas que decían algunos pendejos, mientras salía de nuevo del mercado. Me subí al coche e intenté llamarlo nuevamente al celular, pero igual que un par de horas antes, me mandaba a buzón. Había veces, que se agarraba tomando de sábado hasta lunes, pero de martes en adelante, difícilmente no abría. Ese día era miércoles y aunque fue extraño, pensé que solo había agarrado la borrachera. No me preocupe demasiado y por la tarde, apenas se había dormido Mauricio y yo, había comenzado a calentar al Chivo, que ya estaba cerca de cumplir su primer año, cuando alguien toco el timbre. Rápidamente me puse mi falda y una playera para salir a abrir, pensando que seria algún vecino o la paquetería que llevaba algo.
Me sorprendió ver a don Güicho, a doña Leonor y a Jacinto un poco más atrás de ellos, los 3 con una cara muy seria. Pregunte que pasaba y doña Leonor, quiso hablar, pero comenzó a llorar y me asuste mucho, pero no entendía que pasaba. Fue don Güicho, que me dijo que, no me espantara y lo tomara con calma, pero que, Güello, se nos había ido. Incluso ahorita mismo que estoy escribiendo, después de 4 años, no puedo evitar llorar, al recordar ese momento. No entendí bien, ¿A dónde se había ido?, ¿me había dejado?, ¿Qué pasó? Aunque, en el fondo, creo que sabía que había pasado, pero esperaba que me dijeran que solo se había ido a otra parte. Pero no, don Güicho, me explicó, que lo habían encontrado muerto, hacia apenas unas horas en un camino, cerca de su camioneta. Me caí al piso llorando y gritando que no podía ser, realmente, fue un dolor espantoso, que no quisiera volver a sentir nunca. Aunque todavía no sabían bien, parecía que había tenido una congestión alcohólica, se bajo de la camioneta al sentirse mal y se murió a unos pocos metros. Cuando me calme un poco, me dijeron que tenía que ir a la clínica, donde tenían su cuerpo y de camino, me dijeron que ya le habían ido a avisar a sus hijos y a su ex esposa.
Así, comenzó otro calvario para mí, aunque al inicio, sus hijos hablaron conmigo, para que compartiéramos los gastos del entierro. Después de unos días, me dijeron que me tenia que ir de la casa, porque según ellos, les correspondía, por ser sus hijos. Igualmente, se iban a quedar con el negocio, porque supuestamente, se los había prometido. Aunque, cada uno tenia su propia vida, ya casados los dos. Uno con un taller y el otro, trabajando en la ciudad, para una empresa grande. Pensé que me iba a quedar en la calle de nuevo y tenia mucho miedo. Pero encontré algo, cuando recogía mis cosas para irme y, acomodaba las cosas de Güello, para que se las llevaran sus hijos. Había unos papeles en el sobre de un notario, donde estaban las escrituras de la casa, su local y otros documentos. Yo no sabía, pero Güello, había puesto la casa a nombre de Mauricio, poco antes de su primer cumpleaños. A mí, me mencionaban como albacea, aunque no sabia que era eso y lo supe después. El negocio, lo había puesto a mi nombre, tanto el local, como los registros del negocio y eso, fue desde antes de que tuviéramos el problema.
Mi pobre gordo, había pensado en mi todo el tiempo, incluso en Mauricio, aunque no era su hijo. Pudo cambiar los papeles del negocio en cualquier momento, mientras estuvimos separados o incluso, cuando regresamos, pero no lo hizo. Como no entendía de esos papeles, al día siguiente que los encontré, fui a la ciudad a buscar la dirección del notario. Me explicó lo que significaba todo eso, y que nadie, ni siquiera sus otros hijos, podían quitarme lo que nos dejó. El notario no lo sabía hasta que le dije, pero me dijo, que incluso, si alegaban que Mauricio, no era hijo suyo, estaba registrado como suyo y Güello, había decidido eso. No pude evitar llorar, pero no por saber lo que nos dejó, sino, porque él, ya no estaba para agradecerle por todo. Y me refiero no a lo material, sino al haberme recibido cuando era una mocosa y se arriesgo a tener problemas. A que me entendió, no me juzgo y hasta compartió, mi preferencia a los perros cuando se enteró. Sobre todo, porque me recibió y creo que, me perdonó, después de que lo engañe y me embarace de otro.
Pero sus hijos no se quedaron tranquilos y pelearon todo, diciendo que yo era solo una puta, que lo había engañado. Que mi hijo, no tenía ningún derecho a nada, por ser de otro hombre, y hasta me acusaron de haber embrujado a su papá. Y aunque legalmente, no pudieron hacer nada, se dedicaron a crear chismes sobre mí. Así que, cuando trate de manejar yo misma el negocio, se volvió insoportable el acoso de un montón de tipos. Siempre tratando de salir conmigo, pero siempre mencionando algo sobre perros u otros animales. Como si fuera una pervertida que solo pensaba en eso. La clientela bajo mucho y al principio, pensé que, era que yo no sabia llevar el negocio, pero algunas señoras que no creían en chismes, me explicaron lo que pasaba. Pues, como la mayoría de los clientes, eran señoras, no querían comprarle a una infiel y pervertida como yo. El colmo, fue cuando de vez en cuando, algunos tipos, mayormente, borrachos, iban hasta mi casa. Comenzaban a tocar el timbre o aventar piedras a la puerta y gritaban que, querían cogerme y que tenían animales, para que también me cogieran.
Me harte de todo, porque no podía estar tranquila y me daba miedo, que algún día me hicieran algo a mi o a Mauricio. Quise vender todo e irme, pero la casa no la podía vender, aunque yo fuera el albacea de Mauricio. Pero el local y todo el negocio, lo pude vender y con eso me vine a la ciudad, tratando de comenzar de nuevo. No me alcanzo para comprar una casa, solo para vivir tranquilamente, rentando una casita, mucho más chica que la nuestra, pero con un patio grande para mis perros. Claro, que todo, en lo que conseguía un trabajo, porque el dinero, tarde que temprano, se iba a terminar. Nuestra casa, se la termine rentando a mi hermana, que tenia poco que se había juntado con un chico. Y aunque tengo 3 años aquí donde vivo, no he podido, estabilizarme bien, porque no he tenido suerte con los trabajos. Zuko, se me murió, al poco tiempo que llegue aquí y solo me quede con el Chivo. Me dolió muchísimo que se fuera, porque fue el perro, con el que más tiempo he pasado, además de que, Mauricio creció con él y lo adoraba.
Tarde poco mas de un año de que llegue aquí a la ciudad, para volver a salir con alguien. Pero no fue nada agradable y ni siquiera, el sexo con las dos únicas personas con las que salí, me gustaba. Para mí, es aburrido y frio, estar en la cama con un hombre que apenas conozco. Aunque no lo busco, talvez, algún día conozca a un hombre que me guste estar con él. Y si comparte o al menos acepta, que me gusta y disfruto el sexo con mi perro, pues mucho mejor. Pero por lo pronto, me siento muy bien, sola con mi hijo, que ya tiene 7 años y al que ahora amo con todas mis fuerzas. Y durmiendo a diario con el Chivo, que, aunque no es tan buen amante, como el Zuko, sabe hacer muy bien el amor. A veces pienso que, no nací para estar con hombres, sino con perros. He tenido en mi vida, mas perros que hombres y me gustan mucho más. Aunque extraño el apoyo, las palabras de aliento, las comidas juntos y el sexo, que tenia con Güello, no pienso quedarme con cualquiera, solo buscando eso.
Pues, se que fue muy larga mi historia, y aun así, creo que se me pasaron algunas cosas, pero básicamente, así ha sido mi vida. Yo, a mis 33 años, no cambiaria nada, mas que mi pendejada al acostarme con Alejandro. Aunque entonces, no tendría a Mauricio conmigo, pero nunca habría lastimado tan feo a Güello. A veces, todavía me deprimo, porque creo que Güello, se terminó muriendo por mi culpa, porque de una u otra forma, comenzó a tomar mucho, después de que lo engañé. Ahora, aunque no puedo decir que estuve enamorada de Güello, sí sé que, lo quería un chingo, mas de lo que he querido a nadie. Talvez, eso sea lomas cerca, que, llegue a estar de sentirme enamorada en mi vida. Sobre los perros, solo puedo decir que crecí teniendo sexo con ellos, y para mí, es lo más normal del mundo. No es que me enamore de ellos, como he leído en otras historias, pero realmente, los llego a amar mucho y son mi familia. Ya estoy buscando un nuevo cachorro, de preferencia, quiero otro pastor alemán, porque son muy inteligentes y tienen muchísima energía. Me gusta mucho el sexo con perros y siempre me va a gustar, no lo siento, ni sucio, ni asqueroso, mucho menos pervertido, solo es diferente.
Gracias por leer mi historia y de verdad, aunque se que voy a recibir muchas críticas, no pasa nada. Después de lo que viví, recibir insultos de extraños de internet, que ni siquiera veo, no es nada. Las cosas son como son y aunque digan misa, ya nada se puede cambiar. He sido lectora de HistoriasXXX desde hace más de un año y tenia pendiente, tomarme el tiempo de hacer esto, aunque a nadie le interese mi vida y mis pendejadas. Pero por si acaso, me daré mi vuelta, leyendo sus comentarios y respondiendo lo que pueda. Otra vez, gracias.
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Un cierre excelente para esta trilogía de los pasajes de tu vida…. te deseo todo el éxito del mundo y lo que sea que realices y espero todo esté super bien para ti y tu hijo y tus perritos….. venía a jalarme la verga y termine leyendo una historia real super interesante ….
Gracias por tus comentarios en cada parte de mi historia. Lamento que tiene muchas partes dolorosas que, supongo, son mata pasiones. Pero creo que no todos terminamos con el “vivieron felices para siempre”.
Que podríamos decirte, que no sepas ya. Tu historia la seguimos mi esposa y yo, ambos somos amantes del sexo con perros, aunque comparados contigo somos principiantes. Lamentamos lo que le paso a tu esposo y por desgracia, es verdad que nuestras acciones, muchas veces, pueden destruir la vida de los que amamos. No pienses que eres la culpable, pero definitivamente, la experiencia debería darte una lección para próximas relaciones y valorar lo que se tiene. Los mejores deseos para ti y los tuyos y gracias por compartir.
Gracias por sus comentarios. Yo también siento mucho que mi Güello ya no este y lo extraño mucho. Créanme que aprendí de la forma difícil que, hay que valorar mucho lo que tenemos.
Gracias por compartir tu historia, me resulto muy emotiva e interesante. Yo tengo mi propia historia, que fue por lo que me llamo la atención el título de la tuya. En mi caso, mi papá también me atrapo cogiendo con nuestro perro, pero a diferencia de ti, el mío fue comprensivo y por decirlo de alguna manera, cariñoso. Lo que después, me llevo a mantener una relación con mi papá por varios años y donde muchas veces, nuestro perro también participaba. Ya había pensado en escribir mi historia, pero me da mucha hueva. Actualmente, tengo 38 años y me siguen encantando los perros.
Escribe tu historia me encantaría saber y creo que para ti también sería liberador y exitante
Que bueno que tu papá fue más comprensivo, porque el mío, yo pensé que si me iba a matar. Pero no entiendo, ¿por qué eso te llevo a mantener una relación con tu papá? ¿Quieres decir que te comenzaste a llevar mejor con tu papá por tu perro?
Pily, me parece que Linda, se refiere a que comenzó a tener relaciones sexuales con su papá, después de que la descubriera con el perro.
¡😱 Hooo! Guau, no había entendido, gracias.
Desde que lo hice con un perro la primera vez, supe que, siempre que pudiera, lo haría de nuevo. No hay placer más rico que sentir a un perro dentro de ti. Lástima que cuando intente hablar de eso con mi esposo, dijo que eso era enfermo y un pecado.
Completamente de acuerdo. Yo tuve al esposo perfecto y prácticamente, yo lo mate y no sabes como duele.
Hola, muchas gracias por tus historias la verdad me has inspirado para contar también la mías
Yo también soy de la ciudad ojalá podamos compartir alguna experiencia o platicar o lo que sea te deseo lo mejor nen y siempre par adelante 🤗🥰🤗
Gracias Diana, eso intentamos, ir para adelante.
me.gustomtunrelato me gustaría conocerte
Gracias Martín, creo que sería complicado conocer a cualquier persona por aqui, pero gracias.
Excelente historia, con coherencia y sobre todo, no nos dejaste sin final. Mis mejores deseos para ti y tu familia.
Gracias HotDaddy.