Mi papá me atrapo cogiendo con mi perro | Parte I
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Mi nombre es Pilar, tengo 33 años y mis primeras experiencias sexuales, fueron con los perros de mi familia, hasta que mi papá me atrapo y me corrió de la casa. Crecí en un pueblo de Veracruz, en la casa de mis papás, que es un rancho donde siempre se han dedicado a la siembra de naranja y plátano, además de la venta de pollo y cerdos. El rancho era de mis bisabuelos y fue de los más grandes de la región, pero lo fueron vendiendo por partes. Actualmente es de mis 2 hermanos mayores, quienes se siguen dedicando a lo mismo. Obviamente, había otros animales como cabras, algunas vacas, algunos caballos y los perros que se supone, cuidan el rancho. Para ir a la escuela, nadie nos llevaba, así que teníamos que caminar como 40 minutos, en veredas sin prácticamente casas y las pocas que había, estaban muy lejos unas de otras. Era bastante seguro porque todos nos conocían y hasta mi hermanita que estaba en la primaria, cuando yo estaba en la secundaria, podíamos caminar por ahí, solas a cualquier hora, sin ningún problema.
Yo entre en una edad, donde tenía las hormonas todas alborotadas y me comenzaban a gustar mucho algunos de mis compañeros. Pero yo nunca había tenido novio y ni siquiera, había besado a alguien. Creo que, una mocosa flacucha, enana, con cuerpo de tabla, no era muy atractiva para los chamacos. No me acuerdo como, pero descubrí que me gustaba acariciar mis partes, ósea, masturbarme, solo que no podía hacerlo en mi casa. Primero, porque dormía en el mismo cuarto con mi hermana, y segundo, porque en los cuartos, no teníamos puertas, solo unas cortinas. Al principio, lo hacía cuando me bañaba, pero no podía tardar mucho, porque solo teníamos un baño. Hasta que un día, se me ocurrió, antes de llegar a la casa, meterme atrás de la finca de naranjas de mi papá. Allí, había un viejo establo que estaba abandonado desde que todavía vivían mis abuelos, y nadie iba para allá. Aunque no tenía techo, las paredes, hacían que pudiera tener privacidad, lejos de mi familia, y comencé a pasar todos los días, al regresar de la escuela. Los únicos que me encontraron a los pocos días que iba al establo, fueron mis perros, pero yo los corría.
En aquella época, no había internet y viviendo en un pueblo, no había forma de que una chamaca, viera como se tenía sexo. Así que, yo solo podía usar mi imaginación y con solo pensar que alguien me acariciaba o besaba, era suficiente para masturbarme. Pero un día, por una extraña coincidencia, no aguantaba las ganas de orinar y estaba lejos todavía de la casa. Me metí al monte para orinar y me llamo la atención, una bolsa blanca de plástico, que apenas se notaba bajo una piedra grande, cerca de donde orine. Aquí en la ciudad, es normal ver basura por todos lados, incluso en lo que llaman “monte”, pero en los pueblos, no es así. Me acerque y saque la bolsa para abrirla. Me impresiono que eran unas revistas que, en la portada, mostraba unas mujeres desnudas teniendo sexo con varios hombres. Me asusté, tal vez, pensando que alguien podía estarme vigilando y las volví a dejar donde estaban, para después, salir casi corriendo a mi casa, sin ni siquiera pasar al establo. Pero, no pude quitarme de mi cabeza, las imágenes que vi por unos segundos, y después razoné, que posiblemente, alguien las escondió y por el estado de la bolsa, las abandonó.
Al día siguiente, pase por la bolsa con las revistas, las metí rápidamente a mi mochila y me las lleve al viejo establo para verlas con calma. Al llegar, descubrí que eran 3 revistas, donde las fotos, mostraban chicas muy guapas, cogiendo con 1, 2 y hasta 3 hombres al mismo tiempo. Había fotos que mostraban muy de cerca, penetraciones vaginales, anales y hasta dobles. Además, había fotos, donde se veía un líquido blanco que salía de las vergas y llenaban la vagina de las chicas. Pero me impresiono más, ver como en algunas fotos, ellas llenaban su boca con ese líquido y parecía que les gustaba. Yo ya sabía que eso era semen, pero igual que nunca había visto una verga, tampoco había visto el semen. Desde que tuve las revistas, mis fantasías se hicieron más intensas y me imaginaba haciendo lo mismo, pero en mi mente, les ponía caras que conocía. Por lo regular, cuando estaba en el establo, solo me quitaba los calzones, me sentaba en una piedra que estaba pegada a una pared y me comenzaba a frotar con mis manos. Pero desde que tuve las revistas, ponía una en el piso, con alguna foto que me calentara al mirarla. Me acariciaba mucho más rico, imaginando que yo era una de esas chicas, hasta que llegaba al máximo y tenía una explosión de placer. Yo no sabía lo que era, pero esos fueron mis primeros orgasmos y me encantaba sentirlos.
Habían pasado un par de meses, desde que comencé a meterme al establo antes de llegar a la casa para masturbarme y nadie más que mis perros, iban para allá. Algunas veces, yo me ponía tan caliente, que me arriesgaba a quitarme todo el uniforme y me acostaba desnuda en el piso, para sentir la tierra en mi cuerpo. Me habría de piernas y podía retorcerme todo lo que quisiera, mientras me frotaba la vagina con una mano y en la otra, tenía una de las revistas. Deseaba sentir todo lo que las chicas de las fotos parecían sentir. Imaginaba que así era siempre el sexo y quería sentirlo. Una de esas ocasiones en que me había desnudado, estaba acostada, con mis piernas abiertas, concentrada en frotar mi vagina, mientras miraba una imagen en una de las revistas. Entonces, sentí la nariz de uno de mis perros (el Pinto) y mi primera reacción, fue empujarlo con mi mano. Ya en otras ocasiones, habían intentado olerme la vagina y de igual forma, los quitaba de un empujón. Esta vez, estaba tan caliente, tratando de llegar al máximo, que cuando nuevamente el Pinto, metió su hocico, lo ignore. Sentí su lengua áspera metiéndose entre mis dedos y llegando hasta la piel de mi vagina, lo que me hizo llegar más rápido y lo siguió haciendo mientras llegaba, lo que me dio muchísimo placer.
Se que nadie me había visto, pero me dio una sensación como de pena, por haber dejado que el pinto me lamiera, aun así, no podía negar que me gustó. Unos días después, nuevamente llegaron mis perros, yo estaba en la piedra que casi siempre usaba para sentarme, mirando una revista y comenzando a calentarme. Aunque el Pinto era el más curioso de oler mi vagina, el que se acercó primero fue el Coco. Esta vez lo dejé y pude sentir su nariz fría o a lo mejor mojada, recorriendo la piel de mi vagina y poco después, sentí su lengua. Lo que sentía, era mucho más sabroso que frotarme con la mano y simplemente cerré mis ojos y lo dejé seguir. No me di cuenta cuando el Pinto también se acercó, pero sentí otro hocico metido entre mis piernas. Los comencé a acariciar en la cabeza, mientras me seguían lamiendo y aunque el Coco se fue después de un rato, el Pinto termino de hacerme llegar a mi máximo y acabar. Me sentí nuevamente apenada, me puse los calzones, escondí mis revistas y me fui rápidamente a mi casa. Pero mi cabeza no dejaba de pensar en lo rico que había sentido y me preguntaba, si así se sentía que, un hombre te chupara.
A partir de esa vez, yo esperaba llegar al establo y que mis perros también llegaran, pero no siempre lo hacían. Pero cuando llegaban, ya no los corría, sino que buscaba que me ayudaran lamiendo mi vagina y me encantaba llegar al máximo de esa forma. No recuerdo cuantas veces habían pasado desde que los deje que me lamieran. A lo mejor solo unas dos o tres veces, pero me di cuenta que cuando lo hacían, a veces se les salía una parte de su verga de la bolsa de piel que la cubre. Incluso, cuando se calentaban, comenzaban a moverse como cuando quieren coger. Creo que fue la primera vez, que me pregunte, ¿si era posible que un perro, pudiera cogerse a una mujer? Pero en esa época, yo solo sabía que, si tenía relaciones sexuales, podía quedar embarazada. Nadie, mucho menos en mi casa, me había explicado nada sobre sexualidad y obviamente, no quería quedar embarazada de un perro. Incluso, pensé que, a lo mejor, las personas que nacen con alguna deformidad, era porque eran hijas de una mujer que se embarazo de un perro. Perdónenme por ser tan tonta o insensible, pero entiendan que era una chamaquita de pueblo.
Mi curiosidad de tocar la verga de mis perros, fue más grande que mi miedo y en una de las veces que el Pinto, me estaba lamiendo, Coco se acercó, con una parte de su verga de fuera y se la agarre. No fue nada sorprendente agarrársela, pero comenzó a moverse, empujándose rápidamente y cuando vi, la tenía toda de fuera. Me asusté, porque pensé que lo había lastimado, creí que le había arrancado la piel, pero vi que seguía emocionado. Ya cuando le agarre la verga a él Pinto y le paso lo mismo, me di cuenta que era algo normal y me deje de preocupar. También paso que, cuando les agarraba la verga y ellos se movían hasta que se les salía toda, a veces les comenzaba a salir un líquido, que al inicio pensé que eran orines. No se parecía al semen de los hombres de mis revistas, por lo que no pensé que lo fuera. Pero con los días, me era normal agarrarle la verga a alguno de mis perros, antes, durante o después de que ellos me lamian la vagina. Algunas veces, alguno me quería coger, se montaba en mi pierna o en medio de mis piernas y comenzaba a moverse, pero me daba miedo, quedar embarazada de alguno de ellos.
Si tenía muchas ganas de coger con algún chamaco, pero seguía sin novio, ni siquiera había algún chamaco que yo supiera que quisiera conmigo. Mi desahogo, era solo con mis perros cuando me iba a masturbar al establo, pero yo quería saber que se sentía coger. Entonces, en una clase de ciencias naturales, (creo que actualmente ya ni existe esa clase), el maestro hablo de la genética. La platica llevo a mencionar la cruza entre especies, que, en la zona del pueblo, principalmente es de mulas. Alguien pregunto sobre la cruza de perros con gatos y el maestro explico, que no era posible. Luego menciono, que no existía forma de cruzar al humano, con ninguna especie animal. Era imposible que, una mujer engendrara un animal, por los cromosomas no compatibles, ni tampoco, una hembra animal, un humano. Aunque siempre fui medio burra en la escuela, esa clase, me la sé de memoria y es la que más me intereso en todo mi paso por la escuela. Luego, algunos de mis amigos y amigas, estaban echando desmadre, con lo que se dijo en la clase. Se me ocurrió decir, que siempre pensé que las personas con deformidades, eran hijos de mujeres embarazadas de animales y se rieron de mí. Pero me terminaron de quitar mis dudas, cuando me dijeron que, como dijo el maestro, era imposible que una mujer se embarazara de algún animal.
Ya sabiendo que no podía embarazarme de un perro, me relaje mucho, respecto a mis miedos, cuando alguno de mis perros se ponía intenso. Pero yo todavía era virgen y a veces pensaba que así me iba a quedar para toda la vida. Aunque ya tenía la idea de que, en algún momento, mis perros, podrían ser una opción para saber, lo que era coger. Las cosas con ellos, avanzaron poco a poco, pues seguía dejando que me lamieran la vagina, les acariciaba su verga y a veces, cuando estaban muy calientes, dejaba que se pusieran sobre mí. Yo me acostaba en la piedra donde me sentaba a masturbarme. Dejaba que alguno se pusiera sobre mí y lo abrazaba con mis piernas hasta sentir la punta de su verga dándome algunos roces y hasta piquetes. Yo mantenía una de mis manos en mi vagina o agarraba su verga para que no se me metiera. Eso me gustaba, me hacia imaginar que era un hombre a punto de cogerme y así, llegaba a mi máximo. Solo hasta que sentía que se ponían muy intensos me quitaba. Así pasaron no solo días, sino semanas, hasta pensé que ellos entendían que solo nos calentábamos. También, me confié tanto de que nadie iba a ese establo, así que algunas veces, me llegué a quitar todo el uniforme, tanto para no ensuciarlo, como para sentir el cuerpo de mis perros sobre mí.
La verdad es que, siempre había días que me sentía mucho más caliente que otros. Muchas veces, cuando alguno de mis perros, empujaba su verga contra mi vagina, me sentía tentada a dejar que me entrara. Me gustaba mucho sentir la punta de sus vergas presionando contra la piel de mi vagina. Incluso, podía sentir cuando la punta, le atinaba a mi hoyo y empujaba un poco. Se sentía tan rico que, imaginaba que, si entraba toda, se sentiría todavía mas sabroso. Pero siempre, estaba acostada bocarriba en la piedra, con ellos en medio de mis piernas. Y cuando sentía que empujaban mucho, me empujaba hacia atrás, para que no pudiera entrar. Hasta que un día, en medio de mi calentura, quise sentirla un poco más adentro y cuando sentí que me atino al hoyo, quite mi mano un poco. Me dolió y cuando traté de hacerme un poco hacia atrás como otras veces, no pude acomodar la mano. Su verga me entro y aunque si me dolió justo en el momento que entro, no fue tanto como había escuchado que se sentía. La sensación de dolor, no se fue por completo, pero no era como para no sentir, el placer que estaba sintiendo. Definitivamente, era mucho mas rico que masturbarse e incluso mas rico que recibir las lamidas de mis perros.
Después de esa primera vez, deje de ir un rato al establo, mas que por falta de ganas, porque tenia un sentimiento como de arrepentimiento. Pensaba que ya no podría ser virgen para cuando encontrara algún chico que me gustara. Luego, sentía que era una rara, por haber cogido con un perro. Pero con los días, esos sentimientos se fueron pasando y nuevamente tenia ganas de masturbarme. Aunque, en realidad, pensé que ya no dejaría que ninguno de mis perros me ayudara. Cuando regrese al establo y llegaba alguno de mis perros, los corría, aunque creo que estaban acostumbrados a lo que hacíamos y no se iban. Solo los mantenía lejos de mi cuando me acariciaba. Solo que con los días y mirando nuevamente mis revistas, los deseos de sentir su lengua y hasta su verga, regresaron. Creo que pensé que, si ya lo había hecho una vez, ¿Qué mas daba que lo volviera a hacer? Comence nuevamente a dejar que me lamieran, pero tarde un poco mas en dejar que se montaran y cuando los dejaba, las primeras veces, no deje que me la metieran.
Así, poco a poco, de nuevo estaba como antes, disfrutando de su lengua y un poco de roce de sus vergas con mi vagina, pero sin dejarlos cogerme. Eso sí, cada vez dejaba que su verga entrara un poco más que solo la puntita, antes de quitarme. Supongo, que todo era cuestión de tiempo, para que nuevamente, estuviera tan caliente, que dejara que me la metieran. Y un día, nuevamente deje al Pinto, que me la volviera a meter. Ya estaba mas preparada para lo que iba a sentir y aunque nuevamente me dolió un poco, fue menos que la primera vez. Aun así, no solté la verga del Pinto, porque sentía que empujaba muy recio y solo lo dejé meterme lo mismo que la primera vez. Aunque, de todas formas, yo creía que la bola que tienen, no me podría entrar. Incluso, pensaba que era como otros testículos. Al igual que la primera vez, no llegue al máximo, pero me gustaba la sensación de que su verga se frotara por dentro de mi vagina. Para mí, eso era el sexo, era lo único que conocía y que, era lo mas parecido a lo que había visto en mis revistas.
Desde antes de que me cogieran, cuando solo me masturbaba con ellos, yo sujetaba su verga de la bola, porque así, no empujaban su verga tan al fondo, era solo por eso. Fueron unas 4 o 5 veces mas de coger con el Pinto y solo un par de veces con el Coco, cuando deje de sujetarles la verga. Creo que ese día realmente estaba muy cachonda y pensé en dejarlos cogerme tan recio como quisieran. Prácticamente, ya no me dolía, solo cuando comenzaba a entrar, pero era casi nada y después de que la verga del Pinto entro, la solté. Fue casi de inmediato que sentí dolor nuevamente, pero era diferente. Ahora lo sentía en el fondo, casi a la altura de mi panza, pero al mismo tiempo, sentí un placer que no podría describir. No se porque, pero me abrace al Pinto, no solo con las piernas, sino también con los brazos. No podía evitar gemir por la sensación de dolor y placer combinados que sentía. Cuando por fin se quedo quieto, sentía mas intensas las palpitaciones de su verga, que las otras veces. Y cuando llevé una de mis manos a mi vagina, porque sentía una ligera molestia, me di cuenta, que tenia toda la bola metida en mí.
Realmente estaba muy caliente, nunca había disfrutado tanto y quería seguir sintiendo sus movimientos, pero el Pinto ya no se movía, solo se quedó pegado. Yo trataba de moverme, aunque no podía hacerlo tanto. Al menos, hacer mis piernas adelante y atrás, mientras lo abrazaba con ellas, me hacia sentir que su verga se empujaba un poco más. Lo que mas placer me dio, además de cuando recién la metió y comenzó a empujar, fue sentir cuando se venía dentro de mí. Puedes sentir como algo caliente se va esparciendo por dentro y eso se siente extremadamente delicioso. Estuvo unos 5 minutos quieto, con su verga con todo y bola adentro, palpitando y para ser sincera, esa fue la primera vez que realmente sentí que había cogido. Me gusto mucho, se sentía sabroso tenerlo sobre mí, pero cuando se comenzó a mover para quitarse, fue cuando realmente me dolió mucho. Cuando por fin la saco, me dejo la vagina adolorida y literalmente, aventando chorros de su semen. Estuve a punto de llegar al máximo, pero comenzó a quitarse antes de que llegara, pero ya no me sentía rara, ni con pena, sino con ganas de sentir más.
Aunque aun estaba caliente, me puse los calzones y me fui a mi casa, pero después de esa vez, disfrutaba mucho más, estar con mis perros. Ya no los limitaba, los dejaba cogerme bien y poco a poco me fue doliendo menos, tanto cuando la metían, como cuando la sacaban. Aunque no siempre llegaban al establo cuando yo iba y algunas veces, tenia que conformarme con masturbarme. Cuando llegaban, me emocionaba pensar que me iban a coger de nuevo. A veces era el Coco. Unas pocas veces cogí con el Bony porque era mas pequeño y al tratar de empujarse con sus patas, me rasguñaba mucho las piernas. Prefería coger con el Pinto, porque además de que era el mas caliente, se quedaba mas tiempo dentro de mí, sin lastimarme tanto. Ellos 3, fueron mis primeras experiencias sexuales y me gustaba mucho. Durante unos meses, yo llegaba, ellos me lamian un poco y cuando se ponían calientes, se subían un poco sobre mí, los jalaba de sus patas y se acomodaban muy bien.
En realidad, no fue difícil coger con ellos, pero llego un momento, cuando acepté que me gustaba mucho coger y me hice la idea de que no era nada malo. Pensé que podía hacer lo que sea con mis perros y nadie tenia porque saberlo. Cada vez, tenia mas ganas de hacer lo mismo que veía en mis revistas y aunque hubiera preferido que fuera con un hombre, quería hacerlo con mis perros. Ya tenia algunos meses cogiendo con ellos, cuando me anime por primera vez, a chuparle la verga al Pinto. La verdad, me daba un poco de asquito, pero veía como las chicas de las revistas parecía que les encantaba. Me hice a la idea, que, de todas formas, algún día se lo tendría que hacer a algún hombre. Finalmente, no fue gran cosa, solo se siente un sabor un poco raro, que ahora, diría que es como ligeramente agrio. Pero entre mas la chupas, menos te sabe y me di cuenta que me ponía muy caliente hacerlo. Tanto que cuando empezó a sacar su semen, no me desagrado, aunque sabe muy salado. No me lo comía todavía, pero al recibirlo en la boca, quieras o no, te comes un poco.
Lo que no me gusto, fue cuando trate de que me cogieran de perrito, porque patalean mucho y me rasguñaban mucho, desde los muslos hasta las pantorrillas. Solo lo hice así un par de veces, porque era mucho más fácil y no me rasguñaban, si me acostaba en la piedra. Así, paso mas de un año desde que comence a meterme al viejo establo y nunca había tenido ni siquiera un pequeño susto. Yo no podía acercarme a buscar a los perros, tenia que confiar en que ellos solos llegaran a buscarme. Ni siquiera supe nunca, como sabían cuando estaba ahí. Pero eran de 2 a 4 veces por semana, que ellos llegaban y las demás veces, me conformaba con masturbarme. En la escuela, me seguían gustando algunos chiquillos, pero ninguno me hacia caso. Para mi y mis hormonas todas alborotadas, mis perros eran lo único que me calmaba. No fue muy seguido, pero a veces, me llegaba a poner tan caliente, que dejaba que me cogieran el Pinto y luego el Coco el mismo día. Me encantaba sentirlos muy calientes conmigo, hasta que jadeaban. Me gustaba chuparles la verga y ver como les colgaba antes de ponerse sobre mí. Podía darme cuenta, que poco a poco, descubría que me calentaban mas cosas y que necesitaba un poco mas para llegar a mi máximo.
Según yo y mis pensamientos, estaba agarrando experiencia y cuando estuviera con un hombre, seguramente lo iba a sorprender. Pensaba que, cuando se dieran cuenta lo mucho que me gustaba coger y todas las cosas que sabía hacer, se enamorarían aun más de mí. Llego el momento que, para mí, era normal tener sexo con mis perros y cada vez, me era mas sencillo que hicieran lo que yo quería. Experimente algunas cosas, como chupar la verga de alguno, mientras el otro me estaba cogiendo, pero era complicado acomodarme, porque yo seguía cogiendo solo acostada en la piedra. Necesitaba que alguno se acercara lo suficiente para jalarlo y acomodar su verga cerca de mi boca. Pero cuando conseguía hacerlo, me sentía como las chicas que veía en mis revistas. Pero en mi mente, seguía imaginando que eran hombres y no perros. Y aunque nunca había cogido con un hombre, pensaba que, cuando dos hombres quisieran cogerme, yo sabría como hacerlo. Les recuerdo que, mi única referencia hasta ese momento, de lo que era el sexo, seguían siendo mis revistas.
Pasaron mas de 2 años, desde que comence a coger con mis perros y mi cuerpo de tabla comenzaba a desarrollarse, aunque no crecí mucho. Pero no tuve novio hasta mi segundo año del bachillerato y prefería estar con él, que pasar al viejo establo y estar con mis perros. No habíamos tenido sexo, pero nos calentábamos mucho con besos y manoseos. Solo cuando no podíamos vernos, me daba mi vuelta al establo, esperando que llegara alguno de mis perros, pero no siempre llegaban. Lo que por un tiempo fue de coger varias veces por semana con ellos, se volvió cosa de máximo 2 o 3 por mes. Ni siquiera pensaba mucho en eso, para mí, el haber cogido con mis perros, antes de hacerlo con un hombre, era solo como una experiencia. En verdad, creía que, ya teniendo novio, comenzaría verdaderamente a disfrutar de mi sexualidad. Y aunque yo estaba mas que dispuesta a coger con mi novio, el parecía que se conformaba con solo besarnos y acariciarnos libremente en el monte. Hasta que yo tome la iniciativa de chupar su verga por primera vez.
Francamente, no me sabia a nada, su verga no tenia el sabor agrio de la de mis perros. Tampoco estaba el olor a perro que sentía cuando me acercaba a su cuerpo para chupárselas. Pero me gusto mamársela a mi novio y cuando lo deje venirse en mi boca, su semen no me supo a absolutamente a nada. Aunque era más espeso, no tenía el sabor salado al que estaba acostumbrada y apenas eran unos pocos chorros. Aun así, estaba caliente, porque por fin estaba con un hombre, aunque en realidad era un chamaco, que nada tenia que ver con los hombres de mis revistas. Su verga era pequeña, incluso más que la de mis perros, pero nunca dije nada de su tamaño. Después, con el tiempo, descubriría que el tamaño de la verga de mi novio, era el promedio. Y que las vergas de los tipos de las revistas, eran el tamaño mas grande. Cuando finalmente, un día en el monte, mi novio se puso entre mis piernas para cogerme, me sentí nerviosa y muy caliente. Finalmente, iba a disfrutar una cogida con un chico y eso era lo que espere por muchos años. Para mi decepción, no sentí nada, el placer mas alto que sentí, fue lo caliente que estuve antes de que me cogiera.
Yo sabia que mi novio era virgen, pero imaginaba que, aunque no supiera como hacerlo, al menos iba a disfrutar con su verga dentro de mi vagina. Pero, si no fuera porque él se movía empujándola y porque decía que sentía muy rico estar dentro de mí, ni siquiera me hubiera dado cuenta de que me estaba cogiendo. Me sentí, extremadamente decepcionada, pero no dije nada y solo lo abrace hasta que termino. No se salió para venirse como habíamos hablado antes. Porque, aunque no sabíamos casi nada de sexualidad, al menos, estábamos conscientes de que podía embarazarme. Pero me sentía tan decepcionada, que, no le dije nada y fue el, quien se disculpó, porque no pudo controlar sus ganas y no se había salido. Me prometió que no volvería a pasar y le dije que, para las próximas veces, mejor usara condón y acepto. Por suerte no quede embarazada y aunque algunas de las siguientes veces, si usaba condón, muchas otras lo hacíamos sin nada.
El caso es que, mi primera vez con un hombre fue muy decepcionante. Por muy caliente que estuvo mi novio, no había esa ansiedad que les daba a mis perros. No sentí ese dolor que aun con mucho tiempo de coger con ellos, a veces seguía sintiendo cuando comenzaban a metérmela. Tampoco sentí su verga caliente palpitando dentro de mí vagina, como si se sentía la de mis perros. Ni los piquetes que me daban en mi estómago, cuando la tenían toda adentro de mí. Ni siquiera sentí cuando se vino, como si pasaba con mis perros, que sientes como algo caliente se esparce por dentro. Muchos menos me hizo gemir sin poder controlarlo, como lo hacían mis perros. Yo sabía que no sería igual, pero francamente, pensé que seria mejor, mas caliente y no dejaría de sentir placer en ningún momento. Aun así, siempre aceptaba cuando mi novio me quería coger, tal vez, porque no quería sentirme como una rara. Y aunque algunas veces, si me llegue a poner caliente mientras me cogía, era mas por sentir su cuerpo pegado al mío o por probar otras posiciones, que por lo que sentía en mi vagina.
Casi sin darme cuanta, comence a poner pretextos para ir con mi novio al salir de clases, prefiriendo verlo por las tardes. Era para poder pasar al viejo establo mas seguido y esperar que llegara alguno de mis perros. Si no llegaban, casi nunca me masturbaba como antes, solo me quedaba ahí, a veces mirando las revistas que me sabia de memoria. Mi deseo de estar en el establo, solo era por mis perros. Por sentir sus lenguas lamiendo mi vagina, por chuparles la verga y sobre todo, para que me cogieran. Aunque seguía con mi novio y cogía seguido con él, el verdadero placer, solo lo sentía cuando estaba con alguno de mis perros. Si me había encariñado con ese chico, me gustaba hacer cosas con él, incluso calentarnos juntos. Nunca sentí placer cuando cogíamos, aunque por momento, si llegaba a estar caliente, en cuanto me la metía, se me iba bajando. Seguía con él, porque quería sentirme normal y porque como novio, era atento y cariñoso, pero nada más.
Una tarde al salir de la escuela, estuve solo un rato con mi novio y nos habíamos estado manoseando en el parque. Aunque no me había dejado tan caliente como otras veces, quise pasar al establo a ver si llegaba alguno de mis perros (por cierto, para ese entonces, el pequeño, Bony ya se había muerto). Unos 5 minutos después de que llegue y apenas había dejado mis cosas, me quite el suéter y el chaleco de mi uniforme, cuando llego el Coco. Ni siquiera había tomado mis revistas, para darle una hojeada y calentarme un poco más. Como el Coco llego corriendo y comenzó a meter su hocico bajo mi falda, me quite los calzones y deje que me lamiera un poco la vagina. Me senté en mi piedra de siempre y él, inmediatamente se puso sobre mí. Acomodé sus patas jalándolo un poco mas hacia mi y comencé a sentir su verga empujando en mi vagina. Recuerdo que le pregunte, “¿me extrañaste? ¿Ya te andaba por cogerme verdad, pinche perro caliente? ¿Dónde dejaste al Pinto?”. Obvio no esperaba que me respondiera y cuando su verga me entro, me recosté completamente hacia atrás.
El Coco me estaba dando algunos empujones, pues el era poco mas ansioso que el pinto y yo, levantaba un poco mis piernas para que no me fuera a rasguñar. Pero aún no lo abrazaba con las piernas como a veces lo hacía. Justo en ese momento, escuché un ruido afuera del establo y pensé que era el Pinto llegando, así que no hice caso. Hasta recuerdo que pensé, que ese día, solo iba a coger con uno de ellos, y el Coco ya le había ganado. Estaba empezando a gemir un poco y le estaba diciendo que se sentía muy rico, porque su bola empezaba a crecer. Entonces, escuche un grito que me hizo brincar y sentir un miedo increíble. “¡Pilar! ¡eres una maldita enferma!”. Y casi al mismo tiempo, el Coco lloró, mientras se giraba gruñendo y yo lo empujaba con mis manos, pero aun acostada. Vi a mi papá parado frente a mi con su machete en la mano. El Coco al verlo, ya no gruño, solo lloro y prácticamente se cayó hacia atrás, dejándome con las piernas abiertas. Todo fue en un par de segundos, no tuve tiempo de reaccionar, ni siquiera para taparme la vagina.
El Coco estaba tirado lleno de sangre en la parte de su espalda, porque mi papá le había dado un machetazo y cuando estaba en el piso, lo remato. Fue horrible verlo con pedazos de su piel sueltas y su cabeza desfigurada. Pero en ese momento, sentía terror de que mi papá me hiciera lo mismo y como pude, me levante de la piedra, para tratar de salir corriendo. No pude ni moverme, mi papá me agarro del pelo y comenzó a pegarme planchazos con el machete por todos lados. Bueno, planchazos le dicen cuando te pegan con la parte plana del machete y no con el filo. Me aventó al piso y me dio una patada en un costado que me saco el aire. Nunca había sentido esa sensación de no poder respirar y realmente pensé que me iba a morir. Mi papá, me seguía pegando con el machete en todos lados, incluso en la cabeza, mientras me insultaba a los gritos. La verdad, solo sentía que me ardía por todos lados, pero como no podía respirar, ni hablar, creo que solo pataleaba.
No se si en verdad me hubiera matado mi papá, pero me pegaba con odio y fue hasta que entraron mis hermanos y lo agarraron, que me dejo de pegar. Ellos gritaban histéricos, diciendo que me iba a matar y que se detuviera. Poco a poco comence a poder respirar de nuevo y fue cuando comence a sentir que todo me dolía. Tampoco sé cómo y si era mía o del Coco, pero estaba llena de sangre y cuando intenté sentarme, me di cuenta que tenía el brazo derecho roto. Pensé que me lo iban a tener que cortar, porque fue justo arriba de la muñeca, se veía doblado y parecía que el hueso se me iba a salir. En ese momento, entro mi mamá corriendo y corrió a quererme levantar. Mis hermanos estaban llorando y aun abrazaban a mi papá, para que no quisiera volver a pegarme. Mi mamá, al verme así llena de sangre y al Coco muerto en el piso, me pregunto que me había hecho el maldito perro. Pensó que me había atacado y que por eso lo había matado mi papá. Entonces mi papá le dijo, “la maldita enferma de tu hija, estaba cogiendo con el puto perro y hablándole al animal como una puta. Se larga ahorita mismo de mi casa la asquerosa enferma o la mato igual que el puto perro de mierda”.
Nunca en mi vida, he sentido tanto terror como en ese momento, además, mis hermanos llorando y gritando que, porque había matado al Coco, me hacían sentir peor. Ellos le decían a mi papá, que la cerda era yo, no el perro y que, solo me debería haber corrido y ya. Mi mamá cuando vio mi brazo, se fue a pegarle a mi papá, mientras le gritaba que estaba loco, que yo era su hija y que no tenia porque pegarme así. Hasta ese momento, mis hermanos vieron mi brazo y gritaban mas histéricos, diciendo que me había cortado la mano y eso me hizo ponerme mas nerviosa. Mamá me ayudo a levantarme y le dijo a mi hermano mayor que dejara de llorar y que nos llevara a la clínica. Todavía cuando íbamos saliendo, mi papá intento volverme a pegar y mi mamá lo amenazo con meterlo a la cárcel si me volvía a tocar.
De camino a la clínica, no hablamos, no me preguntaron nada y yo solo veía mi brazo, pensando que si me lo tendrían que cortar. Me dolía muchísimo hasta el movimiento de la camioneta, pero era más mi miedo a quedarme sin mano. Además, tenía sangre en la cara y por toda mi ropa. Lo único que mi mamá me dijo en todo el camino, fue que dijera que me había caído en la orilla del arroyo que esta atrás de las fincas. Al llegar, nos recibió fue una prima de mi papá que es enfermera y aunque no sé, si creyó lo que dijimos, ya no pregunto más. Al final, resulto que tenía fracturado el radio, justo arriba, de la articulación y por eso se veía muy torcido y feo. Me tuvieron que operar y por suerte, si había un doctor que lo hiciera. También, me pusieron 5 puntos, por que se me abrió la cabeza y por eso tenía mucha sangre en la cara. Además de los planchazos que tenía por todo el cuerpo, pero iba a estar bien.
Estuve 2 días en la clínica y cuando fue mi mamá y mi hermano por mí, me llevaron a casa de una hermana de mi mamá que vive en otro pueblo, como a una hora de donde vivía. Mi mamá, había arreglado con mi tía que viviera con ella, por un tiempo. Nunca hable con mi mamá o con alguien mas de mi familia, sobre, el porque me pego mi papá. Pero antes de dejarme con mi tía, mamá me dijo que, dijera que mi papá me corrió, porque me atrapo con un novio. Que había salido corriendo y que me caí en unas piedras. Así, dejé de vivir con mis papás, pues ya nunca regresé a la casa, de hecho, nunca volví a ver a mi papá. Yo estaba preocupada por la escuela y también por mi novio, pero no podía hacer nada. Luego, me dio miedo y pena, de que la gente supiera lo que había pasado. Toda mi vida cambio y vivir con mi tía fue la peor época de mi vida. No es todo, la verdad, es que, aunque traté nunca volver a coger con un perro, no pude. Me gusta, me pone super caliente y no puedo evitar, sentir deseos por sentir la verga de los perros.
Quiero escribir sobre como retome el sexo con perros, porque creo que mucho tuvo que ver el destino. Solo que me parece que es demasiado para escribirlo en esta publicación. Supongo que a muchos no les interesa tanto la historia de mi vida, pero desde que encontré este sitio, había querido escribirla. También les pido una disculpa si escribo con errores, pero nunca había escrito algo tan largo. Creo que estaré publicando la segunda parte con el mismo título, por si a alguien le interesa.
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Tu historia estuvo increíble…. y lamento mucho lo que sufriste cuando te encontró tu papá… a mi si me gustaría saber lo que tu nos quieras contar
Gracias!
Impresionante historia Pily. Mi esposa y yo, quedamos enganchados desde el inicio y qué bueno que ya se pueden escuchar narradas. Es lamentable la violencia de un padre a un(a) hijo(a), sin importar el motivo. Esperamos con ansias la siguiente parte.
Gracias! Ya mandé la segunda parte, no sé qué tiempo tarden en publicarla
Muchas gracias soy tu fan 🤗
Exelente relato la verdad me encantó y me recordó a mi primera experiencia
Muchas gracias pili espero te encuentres muy bien soy tu fan y gracias a ti me animaré a contar el inicio de mis experiencias
Te ando un fuerte abrazo 🤗 atte. Diana
¡Gracias Diana! Espero encontrar por aquí tu historia para comentarla, leo casi todas las historias que publican. A mí me sirvió publicar la mía, es como una especie de desahogo, aunque también me lo pensé mucho. Abrazos 🤗
Muchas gracias y si y me siento más animada para publicar mi historia
Te mando un fuerte abrazo y beso ojalá podamos ser amigas pero no sé cómo contactarnos ☹️