Soy amante de la hermosa mamá de mi amigo, porque su papá me lo pidió
1,104 Lecturas
Desde que estábamos en la secundaria, todos castrábamos a mi amigo Juan Carlos, diciendo que su mamá estaba super buena y obviamente, se encabronaba. No era ninguna mentira, Mónica, su mamá, era una señora joven, con un cuerpo que tenia de todo. Buenas tetas, un culo exquisito, piernas perfectas, pero, además, tenía una cara muy linda. Mónica es de piel blanca, casi siempre con el cabello teñido de rubio, y aunque se vestía discretamente, no podía ocultar, lo buenota que estaba, además de tener un tatuaje muy sexi en el tobillo y otro más en la muñeca. El papá de Juan Carlos, (que se llama igual), aunque era bien parecido, parecía más el papá de Mónica que su esposo y eso también era motivo de castre a mi amigo. Además, el señor era empresario y siempre los veía juntos en coches del año. Digamos que, era como el sueño de muchos de nosotros, tener dinero y una esposa joven y hermosa.
Para cuando entramos a la prepa, cada uno se fue por su lado a diferentes escuelas, pero ocasionalmente, aun lo veía, al igual que a su familia. Volvimos a juntarnos en la universidad y en la misma carrera, por lo que nuevamente comenzamos a jalar juntos, para todos lados. Aunque habían pasado 6 años desde que lo conocí, su mamá, se miraba igual de guapa y con el cuerpo, igual de sabroso, que cuando la vi por primera vez en la secundaria. Aunque los nuevos amigos que llegaban a conocer a Mónica, se sorprendían de que fuera la mamá de Juan Carlos, ya no lo molestaban, como lo hicimos en la secundaria, pero se podía notar, como todos miraban a Mónica. Pero entre todo el grupo de amigos, yo era el que, sus papás trataban con más familiaridad y confianza cuando los veía, por el tiempo de conocerlos. Incluso me invitaban a algunas reuniones que eran un poco más familiares y donde yo, iba como el mejor amigo de su hijo.
Hace casi un año, en noviembre pasado, mientras esperaba a mi amigo Juan Carlos, su papá se me acerco para pedirme mi número de celular, supuestamente, porque necesitaba platicar algo personal conmigo. Se lo di y le pregunté, si era algo importante, pensando que era algo relacionado con mi amigo. Dijo que no era importante, pero que requería mucha discreción, por lo que, necesitaba ponerse de acuerdo conmigo, para hablarlo con calma. Unos días después, me invito a comer y me dio la dirección de un restaurante donde nos veríamos. Yo estaba curioso de saber de qué se trataba, pero quiso que comiéramos primero, donde platicamos tonterías de mi amistad con Juan Carlos y otras cosas. Poco antes de terminar la comida, me preguntó, si yo podía ser muy discreto con temas delicados, especialmente, que no comentara nada a su hijo y respondí inmediatamente que sí.
Aun, pensaba que la plática era en relación a Juan Carlos, pensando que posiblemente, tenía algún problema que no me había contado. Pero entonces, el señor, comenzó a hablarme de él y de doña Mónica. De que se casaron cuando ella tenía 17 años y él, ya teniendo los 40, pero que la diferencia de edades, los había ayudado a tener una relación duradera. También me hablo de que cuando se casaron, él, ya tenía una empresa bien posicionada, lo que le daba mucha solvencia económica. Eso, le garantizaba que podía tener acceso a muchas mujeres igual o hasta más hermosas que doña Mónica. Se había enamorado de ella y sabía que posiblemente, al principio, ella no lo estaba tanto de él, pero los hijos (tienen 2) y la convivencia, hicieron que ella lo respetara y lo amara. Pero que, ninguno de los dos, podían, ni querían, abstenerse de disfrutar con otras personas, siempre que todo fuera con discreción. Entonces, tenían un acuerdo desde hacía muchos años, donde, él podía estar con otras mujeres y ella, con otros hombres, siempre y cuando, ninguno descuidara su casa y fueran en extremo discretos.
Esa información, se me hacía demasiado personal, como para que la compartiera con un amigo de su hijo y definitivamente, estaba impactado con lo que escuchaba. Ni siquiera sabía que decir o si debía opinar algo, porque, además, don Juan Carlos, es un hombre imponente en cuanto a su carácter. Lo único que pude hacer, es quedarme callado, escuchando lo que él me decía, prácticamente, sin mover un musculo, para que no hiciera o dijera algo inadecuado. Luego de que me explicara muchos detalles de su trato con su esposa y de que me platicara, algunas experiencias de él y de su mujer, con personas que yo no tenía idea de quienes eran, paso a otra cosa. Dijo que estaba plenamente consciente de que, Mónica, era una mujer hermosa a sus 38 años y que fácilmente podría tener la atención de hombres jóvenes y atractivos. Mientras en su caso, sus mejores años habían pasado hacía mucho y aunque, seguía teniendo mujeres guapas disponibles, cada vez más, era a cambio de favores o dinero. El problema, aunque tenía muchas opciones, era que, Mónica, no podía relacionarse sexualmente con sus conocidos y mucho menos, arriesgarse con desconocidos.
Su platica brinco a explicarme, que ambos eran muy conocidos y por su posición, era un riesgo, tanto de seguridad, como de discreción, el relacionarse con cualquier persona. Para esos momentos, habíamos terminado el postre y me ofreció que pidiéramos unos tragos, para la sobre mesa. Después de la pausa que hicimos para pedir las copas, directamente me preguntó, ¿qué opinión tenia de Mónica? Trate de ser honesto, pero cuidando no decir nada inapropiado, mencionando que era una mujer extremadamente guapa desde que la conocí y que ahora, seguía siendo muy hermosa. Don Carlos, me interrumpió, diciendo que eso lo sabía, pero que lo que quería saber, era mi percepción de las cosas que me había dicho, en relación a ella. Creo que se me subió el color, porque realmente, me daba miedo decir alguna pendejada, pero comencé a hablar. Dije que, me parecía que era justo para ambos, el tener la oportunidad de relacionarse con otras personas, siempre que no les afectara en su vida familiar. También le dije que, aunque nunca en la vida, hubiera imaginado que doña Mónica, estuviera abierta a aprovechar el permiso que tenia de parte de él, lo entendía.
Don Carlos, me miraba directamente a los ojos, con una expresión muy seria, que realmente me intimidaba. Era como si quisiera saber, si yo estaba siendo sincero o no, en lo que respondía. Luego dijo que, todas las mujeres tienen sus necesidades, al igual que nosotros, pero que, su discreción, va en función de su estilo de vida y lo que tengan que perder. En ese sentido, Mónica, siempre había sido muy cuidadosa en cuanto a elegir una pareja sexual. Que ella, prefería hombres jóvenes y entre más jóvenes eran, mucho mejor. Pero que el problema era que, por lo regular, entre más jóvenes, menos eran responsables en cuanto a los horarios y la discreción. Menciono, que el otro problema, que se daba no solo en los jóvenes, era que muchas veces, generaban sentimientos por ella. Entonces, necesitaba saber, si estaba interesado en ser parte de una relación a largo plazo con Mónica. Y de ser así, si podría ser responsable con esos dos puntos, que, para ellos, eran sumamente importantes. No debería comentarle absolutamente a nadie, cumplir con el horario que llegara a acordar para ver a Mónica y respetar lo que Mónica aceptara o rechazara. Pero, sobre todo, tener presente que no debía generar sentimientos por Mónica y de comenzar a sentirlos, decirlo para dejar todo hasta ahí. Dije que claro que me interesaba relacionarme con doña Mónica, pero que, me daba miedo que Juan Carlos sospechara algo y tener problemas con él. Además, de que no sabía, como me sentiría respecto a tener algo, con la mamá de mi amigo.
Después de que don Carlos, pidió una copa más y me pregunto si quería otra, me dijo que siempre y cuando, siguiera las indicaciones de Mónica, Juan Carlos, no tendría por qué saber algo nunca. Luego dijo que no diría quien, pero que no era el primer amigo de Juan Carlos, en ser amante de Mónica y nunca nadie lo supo. También dijo que no lo viera como una traición a su hijo, sino más bien, como una relación de mutuo apoyo entre adultos. Me explico que, lo debía ver como una experiencia y la oportunidad de aprender de una mujer madura, con la ventaja de no tener un compromiso. Yo podía y debería seguir con mi vida normal, con amigas y novias, sin mezclar nada. A cambio, podría disfrutar sin culpas de una hermosa mujer casada y caliente en la cama, sin preocupaciones de esconderse de un marido celoso. Luego me dijo que, si todo iba bien y cumplía con mi parte, podría tener muchos beneficios económicos. Inmediatamente, dijo que no serían en efectivo, pero que contara con un buen trabajo en su empresa si lo necesitaba. Además de ayudas para otras cosas, como para la escuela, un coche si lo necesitaba o cualquier otra cosa que yo requiriera.
Hablamos un poco más sobre como debían ser las cosas, como que, no era necesario poner un horario para ver a Mónica. Pero debía cumplir, si ya habíamos quedado en algo. Ellos hacen planes para otras actividades, por lo que, si yo quedaba mal o era impuntual, les afectaba en sus planes. Me atreví a preguntar, porque pensaron en mi para todo esto, pues nunca me creí ser guapo o tener algo especial. Vi una ligera sonrisa en don Carlos, antes de contestar, “¿Porque no? Eres joven, eres educado y espero que muy discreto”. Después dijo que no se trataba de ser guapo, aunque definitivamente, debía ser alguien que le provocara interés a doña Mónica. Además, mencionó que, un amigo de su hijo, siempre iba a poner un poco de emoción a todo ese asunto. Entonces, me pregunto qué día de la semana próxima estaba disponible, para comer de nuevo, pero con Mónica presente, para poder platicar de esto, entre los 3. Aunque ella no estaba presente en ese momento con nosotros, me sentí avergonzado, solo de imaginar, hablar de esto, con ella sentada a la mesa.
El día que nos vimos en ese mismo restaurante, llegue poco antes que ellos y aunque me había arreglado como para una cita, me sentía pequeño o insignificante. Al verlos entrar, con don Carlos llevando a Mónica de la cintura, con ella usando un vestido discreto, de acuerdo a su edad, me sentí muy raro, casi como si me estuvieran comprando. Fue un momento muy incómodo para mí, y más, cuando le di la mano a don Carlos y luego saludé de beso a Mónica. Muchas veces, nos saludamos así, pero ahora, yo estaba ahí, para hablar de hacerme su amante y en frente de su esposo. Para ser franco, antes de la cita, imaginaba que, después de hablar con ellos o durante la comida, ella haría algo conmigo bajo la mesa, como en alguna escena de película. Pero nada más lejos de lo que paso. Yo no pretendía decir nada sobre el asunto, hasta que ellos tocaran el tema. Pero la comida paso entre pláticas sobre mi amistad con Juan Carlos, recordando algunos momentos, que pase con ellos y poco más. Terminamos de comer y cuando don Carlos, pidió unas copas, todo comenzó.
Al inicio fue como un repaso de lo que ya habíamos hablado, solo que Mónica, contó parte de la historia de como empezaron a salir y sobre su acuerdo. Poco después, ella me pregunto, si estaba consciente de que esto, necesitaba completa discreción de mi parte. Le asegure que, nunca mencionaría el tema, pasara lo que pasara a nadie. Después, ella dijo que nada de lo que hiciéramos, lo iba a saber nadie, ni siquiera don Carlos. Que tenía que ser una relación únicamente entre ella y yo, que podría durar, tanto como quisiéramos, siempre que, se cumpliera con la discreción. A la primera, que alguien fuera de nosotros 3, sospechara o hiciera algún comentario, respecto a una posible amistad inadecuada, todo se acababa, aunque, la amistad seguiría como hasta ahora. También me pidió que fuera lo más responsable posible con nuestras citas, para no complicarles sus actividades. Por último, me dijo lo mismo que don Carlos, sobre que, aunque no sería dinero en efectivo, podría tener muchos beneficios económicos con ellos.
Para mí, era una completa locura, la hermosa mamá de mi amigo, a la que conocía y con la que fantasee muchas veces durante la secundaria, estaba buscando sexo conmigo. Pero, por otro lado, la forma en la que me lo expusieron, fue más parecido a cerrar un negocio, que el de un acuerdo para ser el tercero en una relación. Casi cuando nos estábamos retirando, Mónica me pregunto en que horarios, era más fácil que estuviera solo y pudiera hablar. Durante todo el tiempo en el restaurante, no hubo nada, ni un roce, ni un ligero coqueteo de Mónica hacia mí, ósea, nada de nada. Incluso al despedirnos, fue tal cual, como lo hacíamos cuando nos veíamos en alguna fiesta o reunión de su familia. No regrese a mi casa hasta la noche, porque tenía otras cosas que hacer, pero todo me parecía como una especie de fantasía y hasta pensé, que, a lo mejor, nunca pasaría nada real con Mónica. Esa tarde, recibí una llamada de Juan Carlos, para platicarme un chisme que había en la universidad y me sentí, un poco incomodo, sabiendo lo que ahora sabia de su mamá, pero solo eso.
Ya me había acostado y estaba comenzando a quedarme dormido, cuando sonó mi celular y era un teléfono desconocido, por lo que, estuve a punto de no contestar. El sueño se me fue de inmediato al escuchar una voz, que se parecía a la de Mónica y cuando preguntó, si era mal momento, inmediatamente dije que para nada. No hablo mucho, ni fue coqueta o algo así, solo me dijo que, si podía verla mañana, para que afináramos los detalles. Acordamos una hora y lugar, donde quería que dejara mi coche, para irnos en su camioneta. Obviamente, llegue temprano y espere como media hora, pero ella llego muy puntual y ni siquiera apago la camioneta, solo me subí y nos fuimos de ese estacionamiento. No tenía palabras, no sabía que decirle, pues era la primera vez que estaba a solas con ella y embarcado en un trato para ser su amante. Solo se me ocurrió, preguntarle a donde iríamos y prácticamente sin voltear a verme, me dijo que a un departamento que tenía. Durante varios minutos, hablamos solo de cosas genéricas, pero en algún momento, me preguntó si estaba nervioso y cuando dije que un poco, ella dijo que también ella, pero que así era al principio.
Un poco después, llegamos a una zona residencial muy exclusiva, pero lejos de donde vive ella y nos metimos al estacionamiento de una torre de departamentos de 21 pisos. Dejamos su camioneta en el estacionamiento subterráneo del edificio y mientras subíamos al piso 18, me dijo que no debía sentirme presionado y dejara que todo se fuera dando poco a poco. Nuevamente, no hubo nada de acercamiento o coqueteo, ni siquiera en el elevador. Pero mientras caminamos, no podía dejar de pensar en lo impresionantemente guapa que Mónica era. Ya quisieran la mayoría de mis amigas, tener ese cuerpo y lucirlo como ella, sin necesidad de vestirse con ropa corta. Mónica, llevaba un vestido rosa ajustado de arriba, pero suelto de la cadera para abajo. Aun así, la división de sus nalgas, se podía notar mientras caminaba. Además, sus zapatillas de tacón alto, también de color rosa, hacían que su tatuaje del tobillo, luciera super sexy en sus hermosas piernas. Así, llegamos hasta su piso y entramos a uno de los departamentos.
Al cerrar la puerta, ella me sujeto del cuello y nos fundimos en un beso que me pareció increíble y el más sabroso que había sentido en mi vida. Un par de minutos después, separamos nuestras bocas, mientras ella me decía que antes de hablar, quería probar lo que tenía para ella y me comenzó a desabrochar el pantalón y la camisa. Cuando lo consiguió, nos besamos nuevamente, pero fue más corto, porque empezó a besarme el cuello, el pecho y fue bajando por mi estómago, hasta llegar a mi verga. Su boca y su lengua, parecían que, conocían donde se sentía más rico y era justo ahí, donde se enfocaban. Me la mamó sin que ninguno dijera nada, simplemente, ella estaba de rodillas, haciéndome disfrutar con su boca. Lo único que dijo, en un momento, fue que no me preocupara si me venía, porque teníamos mucho tiempo para recuperarme. Pero, aunque ella es hermosa y hace unas mamadas impresionantes, podía controlarme, para no venirme tan fácilmente, al menos, no sin antes comerme a esa ricura de mujer. No pude evitar pensar, que, al cerrar la puerta, había sido como abrir o cerrar un interruptor, que la cambió por completo.
El departamento, estaba completamente amueblado, incluso con un comedor elegante, pantalla, sala y después, pude ver que tenía mucha ropa y zapatos, en una de las recamaras. Parecía más el hogar de una persona, incluso una familia, que un lugar para encuentros casuales, a excepción de que en la recamara principal, las puertas del closet eran grandes espejos. Pero regresando al tema, después de que me chupo la verga por varios minutos, ella se levantó y me dijo que terminara de quitarme el pantalón y los zapatos, mientras ella se quitaba el vestido. Nunca voy a olvidar esa primera vez que la vi completamente desnuda, su cuerpo es el de una adolescente, sin marcas de sus hijos, sin lo más mínimo de grasa. Tenía otros 2 tatuajes, uno en la espalda baja en forma de tribal y uno más, en el área del bikini. Unas tetas que, aunque después supe que están operadas, se ven perfectas y completamente naturales. Pero su culo, ese es otro nivel y ese, no tiene ningún retoque. Fue cuando entendí que, esa era la razón por la que, no importaba si usaba ropa formal, deportiva o una simple bata, siempre se iba a notar, esa división de sus nalgas. No exagero, cuando digo que, ya no digo tenerla, simplemente, nunca he visto en persona, una mujer tan perfecta como ella y eso que actualmente, tiene 39 años.
Bueno, cuando estuvimos desnudos, ella me llevo a uno de los sillones de su sala y me pidió que me acostara. Comenzó nuevamente a besarme suavemente por el cuello, el pecho y el estómago. Solo que esta vez, se brincó mi verga, para besar mis huevos, mi ingle, las piernas, hasta llegar a mis pies y luego de regreso. Sinceramente, solo de sentir su boca y su lengua recorriendo mi cuerpo, mi verga se sentía como si quisiera reventar, pero aguanté. Mientras lo hacía, Mónica me decía que le gustaba disfrutar de cuerpos jóvenes y calientes como el mío. También dijo que, estando ahí, podíamos hacer todo lo que quisiéramos, sin limitarnos en nada, que podíamos ser tan sucios y pervertidos, como quisiéramos. Pero, luego dijo que, en cuanto estuviéramos afuera de la puerta, ya no existía nada entre nosotros, ni siquiera miradas. Siguió besando cada rincón de mi cuerpo y seguía hablando, como explicándome de que se trataba todo. Dijo que, el departamento se lo regalo don Carlos, hacía varios años y que nadie, ni siquiera él, iba. Solo iba una señora cada lunes, a hacer limpieza, fuera de ella, solo Mónica y sus invitados.
No me aguante la curiosidad de preguntarle, si llevaba invitados muy seguido y me respondió que, yo solo me preocupara por ser un invitado frecuente, pero nada más. Me di cuenta que a lo mejor la había cagado, así que ya no pregunte nada más y me limite a disfrutar de lo que me hacía Mónica. Unos minutos después, ella me dio unas pocas chupadas, antes de montarse sobre mí y la vista de su cuerpo, especialmente sus tetas, era algo de fantasía. Pude sentir, como mi verga iba resbalando lentamente dentro de su panocha que se sentía muy húmeda. Deben coincidir conmigo, que, cuando la metes por primera vez en una nueva vagina, es una sensación extraña, como si estuviera colocada, en una posición, ligeramente diferente a otras que ya conoces. Incluso se siente diferente el calor, la textura de la piel y lo ancho o estrecho. Con Mónica no fue diferente, pero realmente, sentí como si estuviera cogiendo con una morrita y no con una mujer madura.
Sentir como entro mi verga en Mónica, fue algo realmente delicioso y cuando se comenzó a mover sobre mí, sentí como si estuviera soñando. Desde abajo, podía ver sus grandes tetas rebotando, al mismo tiempo, miraba su linda cara con unos ojos que parecía llenos de lujuria. Cambiamos de posición, pues quería que me la cogiera de perrito y comence a darle no tan duro, para calar, como le gustaba a ella. pero no tardo en pedirme que le diera con fuerza, sin miedo y comence a empujársela tan fuerte como podía. Tenía frente a mí, otra vista increíble de una mujer hermosa, pues su culo hacia una forma de corazón perfecta, con unos labios vaginales y un ano de color rosa claro. No podía dejar de pensar en la suerte que tenía, porque me eligieran a mí, para ser amante de Mónica. No voy a exagerar, diciendo que esa primera cogida duro horas y que la hice llegar a 2 o 3 orgasmos. La verdad es que, me vine cuando me la estaba cogiendo de perrito y no la hice venir. Le avise que me venía, más que nada, para saber si podía venirme adentro o quería que me saliera, pero me dijo que estaba bien y que podía venirme adentro.
Aunque no había sido mi mejor cogida, si fue con la mujer más hermosa que he visto y creo que por eso, no pude rendir como normalmente lo hacía con mis amigas. Mónica fue muy comprensiva en todo momento, diciendo que había estado más que bien y que sabía que con los días, los dos íbamos a estar con más confianza. Dijo que esperaba que me recuperara rápido, para poder pasar más tiempo juntos ese día y después de que platicáramos un poco, nos aventamos otra cogida, pero en su recamara. Ahí, me di cuenta que mientras estábamos cogiendo, a Mónica le gustaba vernos en el espejo y si, era algo sumamente excitante. Hicimos algunas otras posiciones, que fueron más fáciles de hacer en la cama, pero fue igual o más sabroso que la primera cogida. Después, nos quedamos en la cama platicando un buen rato y básicamente todo, fue relacionado a lo que le gusta y no le gusta hacer. Aunque no había mucho que no hiciera, pues incluso me dijo que, le gustaba que la insultaran y el sexo anal, le gusta mucho para el segundo o tercer round, aunque ese día no lo hicimos.
Habíamos estado unas 3 horas, pero solo cogimos 2 veces, porque nos pasamos mucho tiempo platicando y se tenía que ir. Nos vestimos y antes de salir, junto a la puerta, nos dimos un último beso en la boca que fue muy largo. Al finalizarlo, me dijo que le encantaba que ahora fuera yo su hombre, sobre todo, porque podía verme cuando estuviera con Juan Carlos. Una vez afuera, fue como si Mónica fuera otra persona, hablando lo necesario, de una forma educada y sin el mas mínimo coqueteo. Igualmente fue en su camioneta, a pesar de estar solos, aunque si me pidió, que no se me ocurriera, insinuar la más mínima cosa de nosotros, en cualquier lugar, que no fuera su departamento. Me dejo en donde dejé mi coche y me fui a hacer otras cosas, antes de ir para mi casa. Al día siguiente por la mañana, mientras estaba en la uni, me llamo don Carlos, solo para preguntarme si todo había estado bien con Mónica y le dije que fue perfecto. Se rio al teléfono y me dijo, que sabía que, con Mónica, todo era perfecto, pero quería saber si no me había sentido incomodo y si seguiría en pie el acuerdo. Era más que obvio que sí.
Durante el resto de la semana no volví a ver a Mónica, pero a la siguiente semana, nos vimos 3 veces y el nivel de acción subió brutalmente. No solo fue coger más veces y con cosas como el sexo anal o que me viniera en su boca recién se la sacaba del culo. También Mónica me mostro, algunas cosas que había ido reuniendo con los años, que iba desde lencería, ropa extremadamente sexy, casi como de puta, hasta juguetes sexuales de todo tipo. Creo que fue por la cuarta vez que nos vimos, que usamos algunos de sus juguetes, mientras también uso lencería. Era super extraño para mí, ver a una mujer tan fina y mamá de un amigo, vestida con lencería tan sensual y además, masturbándose como desesperada con un dildo. Aunque me impresionaba más, cuando usaba algo de ropa vulgar, por el contraste de ser ella tan fina. Creo que es imposible que se viera vulgar, pero fue como estar en una película porno de esas de mucha calidad. También esa misma ocasión que usamos juguetes por primera vez, platicamos de nuestras fantasías y realmente me sorprendió, por todas las cosas que había en su mente.
Lo primero que me confesó, era que siempre había fantaseado con estar en una orgía, preferentemente, donde ella fuera la única mujer. Quería experimentar una doble penetración, pero con hombres, no con juguetes y un hombre. También tenía la fantasía de coger con un extraño en la calle y me confesó que eso, lo hizo parcialmente, en un viaje que tuvieron a España. Me contó que, Juan Carlos y su hermano, estaban en la misma plaza, mientras ella y un tipo desconocido, cogían en el coche de él. Había sido su experiencia más extraña y excitante, pero, sobre todo, la única que había cumplido, aunque pudo ser, solo porque no estaban en el país. Aunque no me lo platicó en esa ocasión, mas adelante, durante uno de nuestros encuentros en su departamento, con un par de copas encima, me confeso otra cosa, que si la vi más cabrona. Mónica me dijo que, su fantasía más oculta, era tener sexo con su hijo (Juan Carlos), pero que solo era fantasía y nunca se atrevería a hacerla realidad. Incluso, me confesó, que por eso le gustan los hombres jóvenes como yo, pues, muchas veces, cierra los ojos y se imagina que está cogiendo con Juan Carlos.
Un par de encuentros después y ya sabiendo lo que fantaseaba Mónica, Jugamos o hicimos la fantasía de que, yo era Juan Carlos. Incluso, como lo conozco tan bien, usando palabras que el usa con frecuencia. Comenzó como algo divertido y echando desmadre, pero termino siendo, una de las cogidas mas cachondas con ella. Me decía, “así hijo, cógeme duro, quiero sentir tu verga adentro de todos mis hoyos… Cógete muy rico a la puta de mamá”. Todo, mientras era yo el que se la estaba metiendo. También, en otra ocasión durante una cogida anal, al mismo tiempo que se metía un dildo en la panocha, me pregunto, “¿te imaginas que esta fuera la verga de Juan Carlos, mientras me hacen un trío tu y el?”. Era algo muy caliente, con un morbo especial, por el hecho de que la fantasía de Mónica, era con mi amigo y, sobre todo, era hijo suyo. Aunque no siempre lo menciona o lo usamos para excitarnos, ocasionalmente, aun lo hacemos. Eso me hizo preguntarme, si todas las mujeres, tendrán fantasías de ese tipo, pero no se atreven a decirlo.
Aunque no me sorprendió que, como mujer, por muy hermosa que fuera, tuviera diferentes tipos de fantasías, debo admitir, que saber lo de sus pensamientos sobre Juan Carlos, me sorprendió. Durante meses, nos vimos de 2 a 3 veces por semana, siempre con ella pasando por mí, para ir a su departamento. También la vi en un par de festejos de su familia, donde fui invitado por juan Carlos. Es una sensación extraña, platicar o hacer cosas con mi amigo, sabiendo todo lo que hago con su hermosa mamá. En junio pasado, don Carlos y Mónica, me sorprendieron, cuando me preguntaron, si me gustaría cambiar mi viejo Jetta 2017. La propuesta, fue en presencia de juan Carlos y por lo que se, le habían preguntado a él, que opinaba. Resulta que, por supuestas cuestiones fiscales que no entiendo, tenían que cambiar sus autos cada cierto tiempo. En lugar de vender el BMW Serie 3, de don Carlos, habían pensado en vendérmelo en $1000… Si, mil pesos. ¿Se imaginan? Un coche de lujo de apenas 2 años de uso, en solo $1000. Además, don Carlos, cubriría los derechos vehiculares cada año y los servicios.
Unos días después, Mónica me dijo que el coche fue un regalo de don Carlos y ella, por cumplir nuestros primeros 6 meses. En agosto, por mi cumpleaños, Mónica me regalo un reloj Montblanc, que dijo que, costaba más que mi viejo coche. Aunque solo me he puesto ese reloj 2 veces, es bueno tener algo así, por cualquier emergencia. También me hablo de que ellos, podrían ayudarme con el 50% de la colegiatura de la Uni para el próximo año. Digo, mis papás, no son ricos y con esfuerzo, me han dado mucho, desde mi primer coche, mis escuelas privadas y algunas otras cosas. Pero recibir esa clase de regalos, no es nada despreciable y encima de todo, poder disfrutar de una mujer como Mónica, es como sacarse la lotería. Mis papás, saben de mi amistad con juan Carlos, desde hace años y saben las posibilidades de sus papás. Aun así, me dicen que no debería aceptar tantos regalos de esa familia, aunque los hagan “con buenas intenciones”.
Yo sé que no es una historia extremadamente cachonda, pero ya casi cumplo un año de que acepte este acuerdo. No se lo he platicado a nadie, y por eso, realmente necesitaba sacarlo. Debo aclarar, que he cambiado los nombres, incluyendo el mío, por obvias razones, pero todos los hechos, son completamente ciertos. Lo que también es real, son las edades, Mónica actualmente tiene 39 años, mientras yo, tengo 21. Tampoco estoy diciendo de que ciudad somos, para que nada conecte mi historia, con ellos. Ahora y, para terminar, les expreso mis dudas en este asunto. La primera, es que, realmente, no sé si yo sea el único, que tiene este trato con don Carlos y Mónica. Porque, me hace sospechar, que hay días, que visito el departamento con Mónica y no está arreglado. Aunque, no la haya visto el lunes, que es cuando se supone, le hacen la limpieza. Mónica, es muy cuidadosa, de que no olvide nada en su departamento, aunque se supone que solo lo usa con “invitados”. ¿Qué más daría que olvidara un reloj, o una prenda? Si se supone, que uno o dos días después, yo iría de nuevo y me lo llevaría. Si nadie más fuera entre esos días, no tendría que preocuparle, que alguien viera lo que olvidé.
Mi otra duda, está más cabrona. Desde que Mónica, me confesó su fantasía de coger con Juan Carlos, inconscientemente, comence a poner más atención. Yo no había notado lo celoso que es Juan Carlos con su mamá. Ni tampoco, lo cariñoso que llega a ser con ella, mientras su hermano, es más indiferente. Se que puede haber un hijo favorito y a lo mejor, veo “moros con tranchetes”, desde que Mónica me platicó su fantasía. Pero ver las manos de Juan Carlos en la cintura de Mónica, o ver como pasa su mano por la nuca de su mamá cuando le da un beso. También, como ella abraza a su hijo de la cintura y recarga su cabeza en su pecho, a veces más tiempo del que sería necesario, me hace pensar muchas cosas. Se que no es lo mismo describirlo, porque estar allí, cuando sucede, es una cosa muy diferente, pero, aun así, sé que puedo estar imaginando lo que no es. Por lo pronto, esta es la historia de cómo va mi vida actualmente, viendo a la hermosa mamá de mi amigo, con el permiso total de su marido. Además de los regalos que he recibido, solo por darle placer a Mónica.
Califica esta historia:
Comentarios recientes